Sentado, aquí,
en el extremo más frío
de
lo que fue mí pasado sombrío,
me recreo en todo esto que veo,
lleno de manías,
mitos y desprecio.
Limitaciones que ahora, sentado,
con los pies balanceando
rincones,
me hacen sentir mucho más muerto que vivo.
Inútiles asesinatos, corrupciones,
asaltos, violaciones…
como en siglos pasados.
No avanzamos, como humanos,
estamos estancados en la penumbra
de creernos populares.
Poder y dinero hacen de la mentira,
aliada verdad
futura.
Aun me siento reflejo en el espejo,
pero
siento como por dentro,
me voy pudriendo en el laberinto
del envejecimiento,
parodia de libertades,
comedia de infinitas vidas,
pesada broma que jamás
termina,
rebobinándose con un mando de secas pilas.
Sentado, recibiendo de cara el presente
que dice no esconderse,
mi alegría no se mueve, no se resiente,
tal vez, culpa
de esta alma confusa,
que vaga descalza en su propia esperanza,
antaño, pionera
guerrera
de mil contiendas que hubiera.
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