lunes, 29 de febrero de 2016

Pasados que destierro.





Llegaran esas noches que a contra corriente,
la carne despedace en pueblos, provincias y continentes.
Luto negro de tragar espeso y lento,
digeriremos entre mil soledades y un solo aire.



Y tú, corazón de lo que fui,
serás la calma engañosa de mareas que no se muestran.
En cada rincón y esquina, en cada reloj sin memoria,
en cada pasaje hecho historia,
en ese presente que siempre nos sorprende.



No la vemos hasta tenerla encima,
Navegando  las manchas y arrugas que ya, nos identifican.
Ayyy parca, vieja entre las viejas, áspera entre las ásperas,
parca de una sola y eterna cara.



Corre y brinca el tiempo que nos hiere y nos mutila,
mientras disfrutamos de la ignorancia y la vida,
que a muchos pocos y sin darnos cuenta, en sus planes nos arruga,
nos mece y estremece, para finalmente,
entregarnos a las frías manos de la muerte.



De muchos ayeres se forma el hoy,
en la bruma de los recuerdos que junto nuestro,
curte y borda el tiempo, sin que un solo beso derrita el deseo,
que de tanto pedir pierdo, en los pasados que destierro.



jueves, 25 de febrero de 2016

Asi empieza mi proxima novela "Vampiro del alto Aragón"





...Eran en verdad horribles, en lugar de apetecer chuparlos invitaban a ser fumigados. Los pechos no estaban mal, pero sus pezones, idénticos a esas gordas garrapatas que colgaban en ojos y orejas (cuando aún había) a los perros vagabundos, me daban un asco tremendo y, aquella todo era que me los metiera en la boca y se los mordiera.

Siempre me ha costado decir no a las mujeres, por eso en mi niñez era el que siempre hacía los recados a mamá. El caso es que haciendo de tripas corazón se los mordí no sin cierto asquito sea todo dicho, y contra más los mordía, aquella loca más me insistía, creo que si llego a masticarlos con las muelas se me hubiera corrido sin tener que metérsela.

Peor que mejor logre sin ninguna gana echarle un polvo que no creo convenciera a ninguno, a mi por lo menos no lo hizo. La vi cerrar los ojos, me di unos minutos por si acaso, y salí de allí por patas y sin ducharme con la sana intención de no regresar jamás.

Camino a casa no podía quitarme de la cabeza la imagen y sabor de aquellos feos pezones –no vuelvo a tener una cita a ciegas ni de coña- me habré repetido unas cien veces entre su casa y mi ducha...

lunes, 22 de febrero de 2016

Burguesía de moderna falsedad.




Ahora,
cuando tiene más peso el bien material que la humanidad natural. 
Ahora, cuando la desesperanza como la sangre
es algo que forma de nosotros parte.
Mi prematura madurez se desborda en males,
en deseos que asustan el aire,
en insultos que se retienen sobre la paz confusa
de mis puños caníbales.
Me hierven los cojones y la sangre,
con las sandeces de todos y de nadie,
falsa palabrería de distracciones que difuminan ambientes.
El hombre no es hombre, la sensatez no existe,
la coherencia se pudrió con sus raíces.
Ensordecido y cegado,
mis impulsos no varían, mi rabia es la misma.
Retenido por la herencia que arde en mis venas,
que grita iras, que tiñe tinieblas,
que ruge bajo sábanas de seda.
Mis letras quedan en la nada con la que alguien,
algún lejano día,
brindará recostado en una larga silla.


domingo, 14 de febrero de 2016

Donde nada parece y todo queda.




Donde nada parece y todo queda,
encierro la rabia que sin luz la vea,
hace de mi lo que otros quisieran,
y de ellos, una mueca.


Fingir que no se finge,
sonreír cuando no apetece,
llorar donde nadie mira
…¡maldigo la cobardía!


Donde nada parece y todo queda,
encierro bien dentro la pena
que me derriba, con el filo
del silencio y la ira.


A orillas de la mar
o a pie de la montaña,
mi cuerpo y su sangre
de bajo tierra emanan,
como lo haría cualquier día
el sol a la mañana.


Despierto sin saber si vivo o no,
bajo ese techo negro de noches
y mudo de aliento, risas y sueño.


Cuan anillo de madera
al viejo almendro la tierra,
hirieron mis manos lo que no
masticaron las muelas.






jueves, 11 de febrero de 2016

Una senda que zigzaguea.





Era una senda fría, oscura y larga,
zigzagueaba y zigzagueaba
entre desiertos y maleza.
La camine tanto que llegue a soñarla.
Cada piedra, cada mata,
cada noche con o sin estrellas,
aquella senda que zigzagueaba,
me cogía y amarraba.


Una culebra llamada vida
me hizo brincar para no pisarla,
era perezosa y lenta,
hasta que una mañana vieja,
sin darme cuenta se me enrosco a la pierna.


A mitad de senda con aquella culebra
fuertemente enroscada,
caí al suelo agotado e incapaz.
La culebra me miro a los ojos,
sonreía complacida.
–Esta senda que zigzaguea
será la última que pisas-


No desperté de aquel sueño,
hoy, ni vivo, ni sufro, ni gozo.
Hoy soy polvo en la vieja senda
que otros pisan, que otros sueñan,
polvo, tiempo… miseria,
en aquella senda que zigzaguea,
en aquella que siempre termina.







sábado, 6 de febrero de 2016

Su sombra.






Hacia los colores de otoño
me quisiera inclinar,
para que mis lágrimas,
hoy, tedio funeral,
de su aliento
se pudieran impregnar.
Más que seria de la pena
sin el recuerdo que nos hace postal,
de todas aquellas mañanas
sin orillas, sin abrazo, sin mar.




Ahora que estoy solo
caigo en la cuenta,
…no sé si alguna vez
he vivido de esos mil instantes,
que como aire,
fui de usted el más extraño pasaje.
Allá donde hoy navegue,
donde la brisa la envuelva,
mi espíritu en sangre convenga,
que yo le juro señora,
que algún día…algún día,
volveré a ser su sombra.














martes, 2 de febrero de 2016

Y me pregunto yo.





Todos los poetas buscan (buscamos),
expresar sentimientos y puntos de vista
de la manera más sencilla y entendible
a la par de hermosa,
lo que hace preguntarme.
Si existiendo la poesía
desde el principio de los tiempos,
con tan grandes poetas a lo largo de la historia,
y siendo el humano tan sumamente básico.
¿No estará ya todo dicho
y, todo lo que escribimos es plagio?


lunes, 1 de febrero de 2016

Desde lejos.




Tengo un amigo, José Antonio Hidalgo, gaditano,  bastante cachondo,  con un arte importante y un humor de lujo. Mi amigo reconoce abiertamente su miedo a las mujeres guapas ¡bueno! y a las arañas y no se cuantísimas cosillas más, como el mismo se dice –soy lo que básicamente es un cagaó- pero cuidado, que no está solo en eso. A mí las arañas me la pelan, si fueran avispas aún aún. ¡Ahora! las mujeres guapas, esas súper dignísimas y divinas de la muerte, siempre tan puestas ellas, tan rectas, con su bolsito a mitad de brazo y la mano tiesita para arriba… un poco sí que me cohíben, y mira que me las tiraría a lo salvaje y de aquella manera, pero me cohíben.

Pero yo, a diferencia de mi amigo José Antonio, tengo un truquito para desendiosarlas y que no me de miedo entrarles. A ver, les pongo en situación.
¿Saben cuando uno lleva cinco días estreñido a tal punto que pipi, sudor y lágrimas de esfuerzo son lo único que se desprende de nuestro cuerpo, y de golpe, a eso de las cuatro de la madrugada ya para el sexto día, un retortijón, nada demasiado importante, pero lo suficiente para hacerte abrir los ojos como platos y quedarte mirando al techo, en silencio, quieto, tratando de averiguar si aquello fue realidad o sueño, hasta que un glugluglugluglu del tipo pavo recorre nuestras tripas y de un brinco llegamos al aseo justos para clavar el culo en el váter… si, clavarlo, nada de posicionarlo con cuidado en el fresquito de su blanco. Cla- var- lo, y ¡Blum! Prrrrrrrrrr…chof, chof, chof…prrrrr chof, chof?

Pues de esa guisa me imagino a reinas, modelos, actrices, cantantes, y a alguna vecina fina, fina, fina, de esas que mear o cagar no está en su vocabulario. Pipi y kaka ¡y ojo! en casos extremos.  A todas ellas, con el culo bien hundido en el váter, echadas hacia adelante con las rodillas ligeramente por encima de los hombros, la cara hacia el techo, los ojos entornados y la boca abierta en señal de gozo. Así, así las imagino.

¿Qué, que no? Las damas también cagan, hasta las guapas y dignas, hasta las reinas y las divinas. Vérmelas así me quita ese poco de miedo que me retraía y les entro sin temor. ¡Bueno! en ocasiones mi nivel de imaginar hace de aquello una feroz realidad, por lo que miedo no, pero asco, mogollón, e de ello que cuando voy a darles la mano –¿se la habrán lavado o…?- y doy un salto atrás antes de salir por patas. Mis colegas piensan que al igual que a José Antonio, algo de respeto les tengo, pero es que no todos ven lo que yo veo.

Así pues, las guapas, las dignas, las divinas de la muerte, mejor desde lejos.