domingo, 9 de febrero de 2014
El milagro de una ilusión. (Cuento ñoñito rescatado de un archivo que Dios sabe desde cuando... es lo que hay chavales)
… y corriendo, apreté con fuerza los ojos, me tape bien hasta la cara y, me quede paradita para
que se creyeran que estaba durmiendo.
Se pararon en
mi puerta mirando para dentro, a ver si en verdad dormía, era Melchor, lo vi
porque entorne este ojo así... ¿Ves papa? Casi cerrando pero un poco abierto.
Era alto como tú, pero viejito, con una capa grande de colores y una barba muy
blanca.
Llevaba
detrás un saco rojo como el de Papa Noel, cargado de regalos, los míos, de la
tata, mamá y seguro que también de los primos, vecinos y mucha gente más.
Tenía cara de
bueno con mofletes rojos como los dibujos de la tele, claro… es que es un rey,
y mago, son muy buenos porque dejan a todos los niños del mundo juguetes y
caramelos. Bueno, a los que se portan bien solo, pero les da igual que sean
ricos o pobres, ellos eso les da igual, solo quieren hacer feliz a los niños
buenos.
Este año
papa. No quiero juguetes, ni caramelos, solo quiero que te pongas bueno y que
vuelvas a casa a jugar con migo. Así la mamá y la tata dejaran de llorar y
estar tristes todo el día, y todos volveremos a estar felices, me llevaras otra
vez al cole, pintaremos juntos muñecos en el papel...
Se lo pido
todas las noches al niño Jesús, pero como es un bebe cagón yo creo no entiende,
por eso ahora que es navidad lo voy a poner en la carta de los reyes que son
mayores y si saben leer… ¡¡Bueno!! … Si Papa Noel me quiere traer un juguete lo
cojo, pero a los reyes solo que te pongas bueno.
Me han traído
tres cartas para escribir y en todas he puesto que te pongas bien, así, si una
se pierde, otra llegara y si llegan repes, ellos lo saben porque son magos y
tiran la que no vale.
Llevo
portándome bien desde el verano y eso es mucho tiempo, me lo dice la yaya y
todo, y no creas, me porto bien en el cole y en el parque, en todos los sitios,
así seguro que me traen el regalo que he pedido. Tranquilo e papa, porque
cuando vengan los reyes y me despierte por la mañana, seguro estas en la
cónica, en pijama y desayunando el roscón que sobro con chocolate, ay, ay, ay
que loca estoy. Con café, que el chocolate no te gusta.
En noche
buena cenamos la tata y yo en casa de los yayos, con el primo y los tíos
también, me invente un villancico… -Ande, ande, andeeee que la noche es buenaaa,
ande, ande, ande que mañana es navidaaaaad y el niño Jesús vendrá de la manooo con papaaa y mamá a de sa yu narrrrr-
¿Te gusta? A los tíos y yayos no porque se pusieron tristes y la tía y la
tata lloraron, me dijeron que si les gusto, pero sé que no… ¡¡Ah!! No sabes.
Cominos cerdito de ese bebe que tanto te gusta y dijo el tío -Si estuviera aquí
mi cuñado como se iba a poner- y a mí me dio risa porque me acorde de la otra
navidad, como hacías gracia poniéndole voz al cerdito para engañarnos al primo
y a mí, diciendo que hablaba él.
Quiero que te despiertes papa, para que mamá y tú volváis a dormir en casa,
veamos un ratito la tele antes de acostarnos, hagamos los deberes… con todo el
tiempo que estas durmiendo, cuando te despiertes, seguro que luego te cuesta
dormir, a mi me pasa en vacaciones cuando no madrugo para ir al cole. Bueno, te
mando esta carta con mamá para que te la lea ¿Vale? Un besito papa. Te quiero
mucho.
El siete de enero, como milagro divino según los propios doctores
exclamaron, aquel papa agradecido, despertó como si le empujaran.
En su memoria tras meses de oscuro sueño y mudo recuerdo. Solo el reflejo
de un espejismo difuminado, en el que se
veía galopando sobre una estrella fugaz e iluminada, flotando en su espacio sin
gravedad, sin dolor ni mal, solo una enorme paz, donde resonaba una voz
conocida, la de su niña, la reina maga de su corazón.
Voz que arranco las precisas lagrimas que despertaron su esperanza y, con
ella, las ganas de latir y el alimento del brillo perdido en los ojos de
aquella mamá, que a los pies de la cama de un frío hospital, esperaba su
despertar, para volver a reír y soñar.
Fue el milagro de una ilusión infantil y su fe en la navidad, requisitos de
un corazón puro, merecedor del regalo que pidió su sinceridad interior.
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