Carlos era el amable y competente joven que me atendió en recepción. El
mismo, que hubo de mediar con mis vecinos, joven matrimonio alojado en la
habitación de al lado. Pareja asilvestrada que no sabían hablar más que a
gritos, en el bufe, se ponían a reventar repitiendo platos como si en un pasado
no demasiado lejano, el hambre les hubiera dañado.
Valiente y educado recepcionista este tal Carlos, que ante mí llamada
pasadas las tres de la madrugada, oportuno y presto subió a comprobar la
veracidad de los hechos relatados poco antes por teléfono. -¡¡Valga-me Dios!!-
le salió del alma.
-¿Que le
dije? Y así, desde poco después de las once de la noche. .
Los gemidos
de ambos atravesaban por igual paredes que tímpanos.
-¿Así desde
poco más de las once?
-Como se lo
digo.
-Mentira
cochina. ¡¡Claro!! a no ser, que hagan trampa y este usando viagra.
-Que prueben en otro lado, para dejar descansar al del lado. A esta hora
la piscina está seguro, seguro vacía.
-No, no, la piscina no. de hecho nos toco poner un cartelito específico
avisando de la prohibición al respecto de practicar allí el coito.
-¡No me
diga! ¿Y eso?
-Es lo que tiene ser un hotelito acogedor, pequeño y romántico. La
verdad, no lo tenemos muy claro, no sabemos se es la tenue luz, la música de
fondo o, la calidez del tono con que se pintaron las paredes. El caso es que
hasta aquellos que llevaban años sin nada, de nada... es llegar aquí y o, o, o,
un escándalo, un no parar...
-Caramba. Si algún día me caso y la cosilla me falla, ya lo tengo yo en
cuenta, que al precio de la viagra, creo compensa. Pero ahora mismo, lo que
quiero es descansar.
-Sí, sí, me
consta. Regrese usted a su habitación que ya me encargo yo.
Solo escuche el traqueteo de la puerta, poco después unos pasos, y
silencio blindado. Que, bueno. Por lo menos se ve son una pareja educada, o
eso, o no sabían que se les oía tanto y están cortados.
A la mañana siguiente, allí estaban, poniéndose ciegos en el bufe de
desayuno a huevos a la plancha sopados con ensaimadas y zumos de naranja. Algo
normal después de tanta caloría gastada.
Tras pasear por la ciudad y, al estar a media pensión, regrese al hotel
comido ya con el fin de echar una siesta, la noche no fue la mejor y el cuerpo
me la pedía voz en alto. Al entrar al hall vi tras el mostrador a Carlos Acedo,
mi curiosidad imprudente me hizo preguntarle qué tal le fue la noche anterior
con aquellos dos, mientras recogía la llave.
-Nada, muy bien, lo normal en estos casos. Les comente que habían varios
clientes que llamaron preguntando si precisaban de ayuda para terminar lo
empezado, ya que según lo descompasado de sus gemidos, dejaba claro que la
pareja podía entender de todo, menos de eso que llevaba a cabo.
-¿Psicología
inversa?
-Bueno, si,
podríamos llamarlo así.
-Interesante
su resultado, pues callaron de inmediato.
-No se la
verdad como decírselo...
-¿El?
-Vera, callaron de inmediato para reponerse cuanto antes, a fin de lograr
esta noche estar dale que te pego hasta que rompa el sol.
-Ahora
comprendo el atracón a huevos y zumo natural. ¡¡Qué barbaridad!!
-Sí, fue
una recomendación muy especial del chef.
-Pues ya
podría haberse callado el tío.
-Jajajaja
no sufra, en esta casa, como en cualquier hotel, nuestros clientes son lo
primero.
-Pues no lo
tengo tan claro créame Carlos.
-Insisto,
ya que como le reitero, la recomendación... el chef...
-No le
pillo, perdóneme.
-¿Sabe
usted lo que es el bromuro?
-¡¡No me
joda!!
-Precisamente
para evitarlo.
-...Entonces.
Los huevos...
-Ya veo lo va cogiendo. Usted descansa y, ellos, que llevan desde que
vieron, para cinco días ya, sin parar dejar una sola noche de... que más les
da, seguro que hasta lo agradecen. ¿Vio las ojeras de él?
-Las vi,
las vi.
Gracias a la profesionalidad del sector hostelero, pude disfrutar mis
vacaciones sin contaminar por terceros. Jamás olvidare a Carlos, su entrega y
esmero. Pero hoy, casado, en el mismo
hotel pasando mi luna de miel, no puedo dejar de pensar si esta bochornoso
gatillazo...
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