...Ahora con mi edad resulta que soy un viejo verde,
así me llama por lo menos Isabel, la niña del Palmi ¡menuda calienta braguetas la niñita los cojones! Cada vez que paso
hacerme un café y me atiende ella, con esos escotes que se calza y esa pinta
puta que Dios le ha dado y ella realza. Me dice lo mismo, y eso que yo,
tan cortés como siempre, sólo le digo, y por lo bajito.
Que el Palmi tiene un pronto muy chungo y una oreja en verdad fina. El polvo que le
metía. Pero que vamos, yo, y medio pueblo. Y por ello me dice, por lo
bajito también y con una sonría de oreja a oreja. Que soy viejo verde. Por lo
visto uno solo pasa a ser verde cuando es lo suficientemente viejo como para
que los pellejos, como las orejas y los huevos, cuelguen y hasta balanceen.
Pero cuando uno es como yo y toda la vida ha estado tan salido… ¿de qué color
era antes? Yo me decantaría que azul turquesa, aunque claro, claro, no me
queda. Si, para Isabel, e imagino que para otras muchas, tan solo soy
un decrépito viejo verde, y la verdad, me la suda. Anda que no le
vino bien a Isabel este viejo verde hará ya para dos años, cuando me la encontré
por la calle bastante apurada, diría, que hasta agobiada. La calienta braguetas
tendría entonces unos veinte años y por lo visto le faltaban cincuenta euros
para el teléfono móvil que tanto quería. Todos sabemos que el Palmi es del puño cerrado, pero cerrado, cerrado. Vi la oportunidad y probé,
le dije que yo le daba esos cincuenta euros, pero a cambio de follar. Ni se lo
pensó, dijo que sí, pero como no me terminaba de fiar, me la lleve a casa, y ya
allí, le solté la pasta. Y esa que hoy me tacha de viejo verde, me comió bien
comida la polla antes de que la follara a lo misionero en la cama,
y terminará corriéndome sobre su cara. ¡Cincuenta euros de mierda!
hubiera pagado doscientos, pero eso no se lo dije jamás, ya
que quién sabe cuándo podría precisar cambiar de móvil, y oye, a lo
mejor. Tras aquello y después de ducharnos por separado, la baje de nuevo al
pueblo...
domingo, 31 de diciembre de 2017
viernes, 29 de diciembre de 2017
....fragmento.
...sobre
mí,
sentí
la calidez,
estabas
aquí,
no
era un sueño.
¿O
si?
Siguieron
mis brazos
balanceando
espacios,
mi
boca, sellada,
quería
pedir y pedir,
de
poder, tu sentir,
para
lo cual,
solo
deseaba
morir.
lunes, 18 de diciembre de 2017
De ayer a hoy.
Corta es la memoria
en el recuerdo de las fosas.
Ni dolor, ni lastima
se acumulan en esas hondas y primeras
que, sin culpa y sin pena, se tintan con las sombras
que arrancaran a la carne la vida
y, en el olvido, sumergen la alegría.
martes, 12 de diciembre de 2017
Dos que en uno convergen.
En cada comienzo un aliento,
en cada vida un complejo,
en cada pecho un suspiro,
y en cada sueño, dos minutos.
Y… en cada te quiero, cielos
que padecen
pero también se eternizan,
sueldan al aire sus tripas
y al corazón, el resto de la
vida.
En un diciembre que hasta
entonces
podía ser otro cualquiera,
dos que por siempre en uno
quedan
ríen con la misma gana que
las estrellas
y las almas, que las musas y
de su pueblo,
palmas verdes y blancas
Por delante, lo que siempre
queda,
un camino del que nada sabe y
todo se espera,
del que todos hablan sin
saber una mierda,
al que ellos susurran y
algunos pocos, aplauden.
Un camino, como diría el que
suscribe.
Pa echarle cojones
y, todo el cariño
que nos hace mujer, y hombre, y destino.
Mis mejores deseos para Pedro
y Desiree, dos, que en uno convergen en este diciembre de 2017.
lunes, 4 de diciembre de 2017
Qué tiempos aquellos.
Como mueren los capitanes,
con el acero en mano
y la cabeza alta, caerán mis sangres,
mis brazos y austero. ¡Bravo!
Como ellos, héroes del tebeo,
me sentí hace mucho.
Montañas de arena hacían mi castillo,
y mi coraza, un pechito menudo.
No perdía los días, les vencía,
como a la mismísima muerte
lo hacen aquellas noches sumergidas.
Era eterno, desconocedor del miedo,
todo alma, orgullo, sentimiento,
un halcón mecido por el viento,
y también, ese torito negro, y puro, y tierno.
Sobre mi fortaleza de arena
la fuerza que ya, de mi reniega,
nacía sin morir en vena,
como lo siguen haciendo las primaveras.
Que tiempos hermanos míos.
¡Qué tiempos aquellos!
donde sin darnos cuenta tanto nos quisimos.
…que tiempos, que tiempos todos aquellos.
A
mis cuatro hermanos.
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