miércoles, 20 de febrero de 2019

Tras lo que parece.





En ocasiones, creo que no sé escribir más que desde la rabia y el asco. Es mi escasa paciencia lo que me hace en verdad vibrar agarrando alma y tripas sin poderme controlar. A veces, creo que la repulsión y el amor están a un paso tan corto el uno del otro, que mis letras sin quererlo rozan la desilusión que me empuja a follar, apretando sobre su carne mis manos, mis dientes y rabo.

Pero es cuando tras de mí cierro la puerta y en casa estamos todos, cuando el silencio sincero de mi versos llena el alma de mi hoy y mi ayer. Quiero tanto pese decirlo tan poco, que su corriente hiere como fuego y la mañana me logra despertar, como el hombre más dichoso y el mortal de mayor paz.

Pero no lo digo pues jamás chillo si no es para despotricar de aquellos quienes me roban el aliento con su suspiro y, mi bien con su mal.  De viejo ogro en adelante espero se me tache, con los años, sus cuentos y mí escaso pesar. Porque soy más lo que parece que de esa verdad oculta allá donde duele y pocos han de mirar.

Gracias a Dios, me importa de poco a nada  lo que se diga de mí. Siempre he dicho que para ser feliz ha de cerrarse la puerta de casa y que todos, sigan allí. Puede que me describa mejor mi mala ostia que mi buen corazón, pero eso  no me hace persona, si no, más bien,  profesional de la situación.

Tras lo que parece, también hay hombre, y carne, y sangre, secretos, pasiones, vida y  muerte. Tras lo que parece soy y allí continuaré, sea cielo o sea infierno lo que a bien me toque querer con el miedo por costumbre y el amor sin cascabel. Doblando del pasillo cada esquina y de mi ataúd haciendo red, con la que pescar mañanas completas y tardes con la noche donde las voces dejan de ser, ese lamento falso, agotado y sin sed.