sábado, 23 de enero de 2016

Mitades.





A una mitad larga de vida,
con sus dedos
arranca el sabor a las nubes,
En esa larga mitad,
no son los recuerdos
opción de rencores.



Limitado por el tiempo
que atraviesa la carne
y la tierra que con humildad pisa.
Son sus noches y sueños
viejos e inconformistas enemigos,
los que le hacen suspiro.



Ni se grita ni se calla,
sin miedo y sin esperanza.
Sin secretos a la espalda
o sin la pena que agria su lágrima.
Ni se gritan ni se callan,
los ayeres que le desgarran.



Han sumado tanto sus labios,
que de felicidad
le rebosa el pasado,
preguntándose cómo le preguntaron.
¿El dónde de unos ojos cerrados?
Que hoy, amanecen enterrados.




Una parte de él
jamás sabrá vivir,
la otra, la que pertenece a ella,
inmortal cuan montaña,
nunca resignara su destino,
como jamás será dueña del olvido.



Romper con el llanto
un pecho encadenado.
Escarcha, noches, relámpagos,
alivio del presente
es la libertad de su muerte.
A la que ruega, se haga inminente.



La mitad de su ser,
es la que le permite volar
sobre las nubes del bien estar.
Pero también,
la soga que con fuerza
le ata las entrañas, la boca y el alma.



No sabe si agradecer o maldecir
al tiempo y el sentir,
ese castigo u oportunidad
a la que llaman -vivir en paz-
No sabe, sin aquella mitad,
como a de actuar.




-Casi todos los días veo el pelo canoso de Antonio, marido de Sebastiana, antiguos vecinos de mi muy corta infancia, deambular su soledad en el bullicio de las calles. No viste de luto, eso es tan ridículo como absurdo. Él, el luto lo lleva muy dentro, como la pena que le ha cambiado el rostro y robado el brillo de los ojos. Mirándole desde mi lado de calle, se me encoge ese algo que no ve nadie y, desde este lado, estas son las palabras que el alma me pare-

miércoles, 20 de enero de 2016

Otra miaja de la novela "De naturaleza tocapelotas"



Os dejo otro pequeño pasaje de mi última novela, a la venta en Amazon para ebook a solo 2,99 euros con casi 700 páginas de humor, aventuras, sexo, batallitas...

Mucho decir las niñas que sí, que ayudarían, bajarían al perro, lo bañarían y alimentarían, pero como no podía fallar, si el pobre animal ve la calle, si come y bebe, es porque bien Paqui, bien yo, nos preocupamos de ello. Así pues, no he terminado de desayunar y ya tengo a Pipo dándome brinquitos tratando de llamar mi atención. -Que sí coño, que sí- le digo mirándole a los ojos para que se relaje un poco y me deje disfrutar de mi cortadito largo de café.

Pipo, mi chucho, es un chihuahua color chocolate con un brillo de pelo impresionante que me regaló un cliente. No se parece a los padres en nada. Ni color, ni tamaño, tal vez en carácter. Este nos salió cachas para los cánones de la raza, no sabemos si por genes de antepasados, la alimentación casera que se lleva sí o sí con aquello de -Uuuyyyy que lastimita, mira, mira como me mira, que ricooooo- ¡No sabe na el chucho los cojones!

Un encanto de animal en casa y un demonio en la calle. Exactamente lo contrario a Paqui. Cuando ve a otro perro (me refiero a Pipo) se eriza de cabeza a rabo, sus ojos y orejas se le ponen de un rojo ensangrentado, arrancándose para ellos como un caníbal hambriento tras dejarse la dieta de lombrices, ladrando y mostrando los dientes.

Se dice que los perros que se parecen a sus dueños. La verdad es que Pipo en cuanto a lo imponente de su porte, lo demandado que es como semental, muy bien podría ser identificado conmigo. Pese a su discreto tamaño, ya lo conoce todo el barrio, tiene a la mitad de la peña acojonada. Unos, “entendidos” en psicología canina desde que vieron cierto programa de televisión y compraron los respectivos libros de autoayuda, me dicen que lo de Pipo es inseguridad o miedo, por ello, si lo dejo suelto, al final no haría nada apartándose del resto de perros con el rabo entre las patas. ¡Pamplinas! Estoy seguro de que si lo suelto, atacaría aun teniéndolo todo perdido, este perro para eso es bastante anormal. Quién sabe si el cliente que me lo regaló no tendría un presentimiento y por eso, el muy cabrón me lo endoso pese a su pedigrí.

Pipo es un perro de características interesantes si uno se fija. A lo primero llamaba mucho la atención, con más del año de vida, seguía embistiendo hasta a las hembras en celo en lugar de tratar sacar mejor partido a su energía, lo que nos dio a pensar que era homosexual, ya que, a machos de su misma raza, a algún pícher y, sobre todo a los yorkshire terrirer, les hacía y hace unas felaciones que les dejaba chorreando de caliente baba los bajos.

Nada más lejos de la realidad. Como la gran mayoría de bichos que respiran, Pipo es bisexual. Un buen día se le cruzó en el camino una perrita en celo. Una perrita sin raza definida, valiente, sabia y apenas un poquito más grande que él, una hembrita con experiencia en amoríos y una quemazón que le hacía restregarse el potorro con cualquier cosilla, una zapatilla, el peluche de los niños, el cojín del sillón orejero, todo le servía. Pesada como ella sola, logró finalmente beneficiarse a mi Pipo, y a la primera de cambio, nos hizo abuelos.

Otra característica importante de Pipo, es como defeca, ya que solo lo hace sobre tierra. Y si no hay de ésta cerca, si es preciso, se sube a una maceta y, encogido encogido, allí lo deja. Es ideal para abonar el perejil de la vecina de mi suegra. No sería la primera y tampoco creo sea la última, que Pipo caga mientras levanta la patita para mear, e incluso, subiendo las patas de atrás al tronco de alguna palmera.

Varias veces me he dicho a mí mismo que si alguien pasa por aquí y dejo esto ahí, seguro se preguntará cómo leches pudo poner el culo el chucho para que la mierda quede tan bien puesta a dos palmos del suelo. Solo si llueve evita cagar sobre tierra, le da repelús el barro, se nota es perro de raza delicada. Solo entonces caga en la acera o el asfalto, pero siempre con el culo apegado a cualquier lado (farola, buzón, boca de incendios, rueda de auto). Es muy meticuloso con eso de que su culo pueda verse sorprendido.

Entrado en materia. Como tenga la suerte un día de tropezarme con el capullo o capulla que no solo permite, sino que tampoco recoge aquello que su perrito deja junto la puerta peatonal de acceso a la urbanización, prometo restregarle el morrito antes de que se enfríe, para acto seguido, hacérsela tragar entera, aunque tenga que ser yo quien se la mantenga.

Seguro que son de esos que no recogen la mierda del chucho por asco, ya que a fecha de hoy no conozco a ningún asqueroso que no peque de guarro. Tengo claro que no es de los vecinos, seguro seguro, es de otra urbanización y hará cagar al perrito lejos de su puerta evitando que los que viven a él pegados le señalen como el cerdo que sin duda es, como si al ocultarlo la realidad fuera otra distinta. ¡Marranos!

-Nene, hay que bajar a Pipo- me increpa Paqui mientras se estira del camisón para abajo.

-¿Cuándo he dejado de bajarlo?- respondo entre dientes con poca gana estando hasta los huevos de lo cotidiana se hace esta parte. -¿Te ha tocado a ti bajarlo estando en casa yo?- sigo aún sin gana, la inercia…

-Estaría bueno, ¿haces tú por mí las camas, los aseos, aspiras tan siquiera?- no falla, siempre la misma defensa.

-No te me vengas arriba nena- respondo sin mirarla siquiera -sabes que aspirar, aspiro- le puntualizo ya que Pipo no tarda mucho en cagar y cuando subo, ella, muy meticulosa en lo suyo,  no ha terminado, por lo que con tal de evitarme el repertorio de penas y lamentos que lleva siempre preparados, no solo aspiro, a veces, hasta le paso un pañito húmedo.


Ella me mira mientras apura su segundo vaso de leche, ¿cómo puede gustarle tanto? Al sacárselo de la boca, aún con sus labios manchados y la leche cruzando su gaznate, intenta replicarme, le encanta que la última sea siempre suya, pero como lo tengo claro, no me apetece empezar el día escuchando reiteradas tonterías, me levanto rápido diciendo que voy a cambiarme, perdiéndome en el pasillo mientras la dejo en la cocina con la boca semi-abierta.

martes, 19 de enero de 2016

Pasaje de mi última novela.




Os dejo un trocito de la novela "De naturaleza tocapelotas" ya a la venta en ebook por Amazon por  2,99 euros. ¡¡Ojo!! un trocito solo eh.


 -Podría decirte que te he hecho el amor en muchos sitios distintos, pero no voy a engañarte, no sé cómo se puede hacer eso del amor, la verdad, aun cuando pueda pecar de rudo o grosero, como yo te he imaginado en todos esos sitios, ha sido follando, bien tú a mí, bien yo a ti. En ocasiones tan rudo como en otras tierno, pero normalmente querida mía, la cursilería se quedaba no más allá de los besitos en la cara…

Vuelve a morderse el labio, para mí que se está mojando. En una de esas locuras mías, una de tantas en la que mi sueño me hizo correr, continúo. -Llevabas un vestido como éste, al igual que ahora, tú conducías, y yo, yo disfrutaba, disfrutaba mirando cuanto tú me ofrecías- llegados a este punto, tal cual hablo, actúo. -Mi mano izquierda se enredaba en tu pelo a la altura de la nuca, la derecha, libre, golosa, perversa, recorría de tus rodillas hacia arriba la parte interna de la pierna, insaciable, se metía bajo la prenda de ropa buscando siempre el calor de la caverna- solo me mira de reojo, abre las piernas, evita toda resistencia. -Al llegar al tanga, con los dedos más diestros ya apartada la braguita, caliente y húmeda se me presenta ella.

-Quita, quita- me dice, vamos por una avenida de dos carriles y en el semáforo donde tenemos que parar hay un camión al otro lado.

-¿Por? ¿Cuál es el problema?- pregunto.

-El camionero, desde lo alto podría vernos.

-Vernos y mirarnos, podría aprender algo con toda seguridad, si algo malo tiene que nos vea, es que se le harían los dientes largos- le respondo mientras vuelvo a meter mi mano bajo el vestido, ahora, no me conformo con palpar, quiero ver, así pues, el del camión, tendrá unos segunditos de recuerdo que seguramente disfrutará en muchos silencios.

Duda, duda apenas décimas de segundo, para ceder a la propuesta. -Jamás hice nada parecido- me dice mientras mira hacia el camión bajando un poco su cabeza por la curiosidad de saberse mirada.

-Alguien me dijo hoy mismo, que todo tiene una primera vez- ella me mira, me sonríe, y me besa en los labios dejando su cálida lengua para cuando me apetezca. Me separo, se queda aturdida, no sabe que ocurre. Entonces le abro los botones que dejan libres con poco empeño, esos pequeños pechos de rosados y erguidos pezones que no se guardan en sujetadores.

-¿Qué haces? Vas a lograr que el de camión se baje a mirar- me dice intentando taparse sin demasiado empeño, más bien es un leve reflejo.

La miro, le sujeto la mano con la que se tapa por su muñeca, la aparto. -¿Y? que mire, ¿que más nos da?, él fuera, nosotros dentro, que mire cuanto bueno tienes, cuanto bueno yo, hombre de fortunio, me pienso comer.

Se entrega, no sin dejar de mirar hacia el camión. -¿No vas muy deprisa?

-Menos de lo que dicen tus bragas y afirman tus pezones.

El semáforo se pone verde, salimos más ligeros que el camionero, ahora sí, ahora nos pita y hace las luces en varias ocasiones, pero estando pegados, callado como puta. -Qué vergüenza- me dice ella.

-¿Vergüenza de qué?, ¿de ser tan hermosa, tan sexual?

-Cuanta galantería.

-No confundas la galantería con la realidad, mírate, vamos, hazlo- le digo mientras le abro el desabotonado escote. -¿Qué ves si no belleza?- me quito el molesto cinturón de seguridad y me arrojo hacia ellos, lamiéndolos, oliéndolos, presionándolos como si de moldeable plastilina se tratasen. Noto que le hago algo de daño, pero no es nada mezclado con el placer que le provoca mi tacto.

-Falta poco, estamos llegando-  dice jadeante, yo sigo mirándola de frente mientras mi mano deja el juego que se lleva con sus pechos y, mis dedos toman sus labios, su boca, se bañan en esa ardiente saliva y, de allí, hasta donde la braga, aun apartada hacia un lado, me brinda el mejor de los manjares.

Jadea a tal punto que tiene que apartarme bruscamente, me empuja hacia mi lado, el sol aún está en lo alto, se quita el cinturón y como puede, se me viene encima con las dos manos, me saca los faldones, me quita la hebilla y casi arranca los botones. Sigue jadeando, cuando su mirada y una de sus manos, saca a la luz mi erecto pene.

-¿No faltaba poco? Claro que si quieres follar aquí mismo….- ella me mira, se restablece, vuelve a su sitio y coge camino, la dejo fuera, no la escondo, le cojo una mano y hago que la acaricie. Lo hace con fuerza, le tiene ganas, la necesita, de vez en cuando la mira como sorprendida.

Al llegar a la casona de la abuela da al mando a distancia, la puerta corredera comienza a abrirse cuando sus labios se presentan firmes a la bienvenida que mi pene merece, agradable humedad que me hace gruñir placeres, el propio del momento, y el ver mi fantasía lamiendo. Mientras, la puerta  sigue su camino. La cojo por el pelo, la obligo, quiero profundizar más en su garganta, quiero escucharla pidiendo clemencia. Me aparta la mano que la sujeta, me dejo, de momento. Me mira, tras una gran bocanada de aire limpio, mete el coche, cierra la puerta y, vuelve donde dejó la cosa, la dejo, se lo permito, pero solo de momento.

Algo más de un minuto lleva sobre mi cintura. Besándola, lamiéndola, saboreándola por dentro y también por fuera. Al igual que mi pene, ella está empapada, pese a este ardor que me quema, el mismo que me grita que la penetre y acabe con la resistencia, insisto contra la testarudez de mi voluntad y, me contengo, quiero saborear cuanto pueda el momento que entre mis manos se hace placer y tiempo.

Levanta la cabeza, nos miramos, mi pasión arde en fuego, sostenida por mi mano desde su cuello, la beso, le muerdo esos carnosos labios que tanto me excitan estando húmedos, echa hacia atrás su asiento, se acomoda lejos del volante y se inclina hacia mí sacando su pierna izquierda de debajo, la encoge sobre el asiento dejándome visible su muslo, allá donde éste se suelda a su ingle. Vuelve su boca a mi pene, estiro la mano hasta aquel muslo, esa preciosa ingle, levanto poco más su vestido. El bello, muy recortado, roza en la palma de mi mano, tan solo con ese ligero roce ella se estremece. Mi mano libre vuelve hacer presa en la cabeza, y le marco un ritmo que sin enloquecerme, me haga sentirla más, sabe lo que quiero, lo que busco, lo que deseo y, aprieta más los labios, mis dedos juegan con ella, la acarician, se entrega abriéndola más, es tan seguido el placer que le da mi juego, que tiene que retirarse de la boca varias veces el pene, para poder gemir abiertamente, sacando de dentro cuanto siente.

Me encanta cuanto veo, cuanto siento, pero no lo quiero tan pronto. La aparto, me abotono y bajo del auto. Ella, semi desnuda, caliente, calla y mira, doy la vuelta, le abro la puerta y le extiendo la mano. Antes de salir intenta abotonarse, se lo impido, quiero que salga tal cual están sus pechos, entre vistos y escondidos, son un sano vicio para estos ojos míos. Nerviosa busca en el bolso las llaves de la casa, mientras lo hace andamos hacia ésta, ella delante, yo tras ella, pegado, sintiendo sus carnes, haciendo sentir las mías. Estamos a aire libre, el sol aún y, por bastantes horas, ilumina. Paralelos a la verja de la finca, un grupo de amigos en bicicletas de montaña. No reparan en nosotros, y a nosotros, ello nos hubiera importando bien poco. Mis manos la sostienen pegada a mi cintura, mis labios, mis dientes, se recrean en su cuello, en sus oídos, en su desnudo hombro. Mis manos la mantienen contra mi cintura, le retienen el paso, insisto en mantenerla pegada contra todo este entusiasmo. Aún no ha dado con las llaves cuando decido que mis dedos continúen jugando bajo su vestido.


-Por fin- dice jadeante, como agotada. Tras abrir la puerta de la casa, ante nosotros el frío húmedo y oscuro de un caserón que se abre poco, los rayos de sol que vergonzoso sorprende detrás de nosotros, nos muestra de allí adentro unas pequeñas motas de brillante polvo levitando sin esfuerzo. -Aaaaa aa ummm aaa- gime, me sujeta esa mano que bajo su vestido juega, la sujeta pero no aparta, solo la coge, la aprieta, la mantiene presa, como pretendiendo que siga allí toda la vida. La tengo de espaldas, no le veo la cara, me niego a perderme su expresión y la giro hacia mí. Con la boca torcida se muerde el labio inferior, sus ojos prietos permanecen cerrados como temiéndose una explosión, preciosa imagen que me llena de deseo y una extraña agresividad que contengo apretando los dientes y uno de sus pechos.



sábado, 16 de enero de 2016

¿Por qué no me callaré?



Incluso el mayor de los indeseables
puede ser un genio en algo concreto,
por ello que cuando se habla de la persona,
a mí por lo menos
me gusta diferenciar los extremos.
El ser bueno pintando,
escribiendo o al piano,
no hace a nadie el más solidario,
ni tan siquiera,
el más agradable de los vecinos.
Así mismo, el que como persona es la hostia de buena,
no evita que pueda ser un inepto a jornada completa.


Esto que parece una tontería,
es, por lo que cuando acudo a algún entierro,
sin puntualizar, jamás destaco lo bueno que era el difunto,
…llámenme raro.


Hace poco estuve en un entierro,
no me apetecía nada, pero estuve,
según la mujer, tenía que cumplir,
aún no se con quien o el porqué, pero había que estar allí.
El difunto en vida decía ser pintor, y hasta tendrá su público,
no digo yo que no.
Para mí, pintando era malo de narices,
pero mi opinión es eso, mía.
Aparte de pintor, era un reincidente y condenado mal tratador,
es decir, un hijo de la gran puta en toda su regla.
Con todo ello, aun escuche comentar lo bueno que era.


Aún me miran de manera extraña aquellos a los que pregunte en que,
en que era bueno. Pregunte, porque no lo sé,
…para ser del todo sincero,
me miran de manera extraña todos aquellos y mi mujer,
esta última, tras dejar de decir que porqué no me callare.
Y eso es algo, que tampoco sé.

domingo, 10 de enero de 2016

Daría todo.





Quisiera volver sobre mi camino,
pero no queda nada,
todo se ha ido.
Holgazanean los años
en el cajón de mis suspiros
y, la eternidad entre nichos,
donde las personas fuimos prototipo
y las almas abismo.



Detrás recuerdo, hoy memoria,
mañana ilusiones,
y por siempre reproches.
Cano el pelo y ronca la voz,
las noches que se cuelgan
bajo la avaricia de un Dios.
Mis ojos cerrados guardan su pasado,
con la avaricia que desborda el llanto
y la alegría del falso milagro.



Daría todo por vivir lo vivido,
prestaría mayor atención,
…sonrisas, olores y suspiros.
Aquellos muchos demonios
que en imágenes sorbían
intenciones y pecados.
Ratos que del dulce al amargo
atraviesan mi carne
cuan fiero relámpago.








lunes, 4 de enero de 2016

Nueva novela.




Ya está en Amazon formato ebook, mi última novela. "De naturaleza tocapelotas" por poco más de dos euros, más de seiscientas páginas para gente con ganas de sonreír.

La vida de su protagonista, un comercial muy observador, un tantico chulo, muy dado a la historia y golosote en extremo cuando las damas le tientan ¡Ojo! pese amar a su mujer con toda la gana del mundo, seguro que les hará sonreír y puede que algo más si le dan la oportunidad.

http://www.amazon.es/dp/B019WWDPAS

Un fuerte abrazo, y a quienes lo lean, ya me dirán jejejeje

Hay infiernos en el cielo, y ángeles de fuego.



Hay infiernos en el cielo, y ángeles de fuego.


Hoy, al despegar las pestañas he vuelto a sorprenderme,
no estabas, mi mano ha buscado tus huellas de olor y piel.
He perdido la cuenta y no me quedan lágrimas
de las noches que no te tengo y me faltas.
Cubierta de tedio y borrascas que me acorralan,
me fuerzo a creer que de todo aquello que hoy es nada,
soñaras como yo te sueño desde algún bonito universo.


Hay infiernos en el cielo, y ángeles de fuego.


Yo y mi guitarra pondremos la gana, y tú, en silencio el alma.
Para que sobre horizontes calmos y yermos,
soles de palma blanca tejidos por un sabio artesano,
cuenten los romances secretos que nos hicieron recuerdo.
Al cerrar los ojos, tus brazos volverán a abrazarme
con la fuerza del aire y el cariño de la madre.


Hay infiernos en el cielo, y ángeles de fuego.


A pie de cama te siento en mis noches de avaricioso tiempo,
y a ellas me entrego temblando por todo menos miedo.
Vibrare al soñar tus besos en mi cuello,
maldiciendo a la muerte la estupidez que me brinda
sin contada medida, para que me pudra de momentos y pena,
en esas callejas negras donde vagan las miserias.


Hay infiernos en el cielo y ángeles de fuego,
allá donde el hombre sin intenciones se corrompe
dejando viudos mis dedos y la muerte metida dentro,
para que ni gritando resuciten las espigas del canto
al que rezo cuando puedo, y por las que cada mañana fallezco.



Dedicado a la cantautora ilicitana Ana González Coll y su amante música. 






sábado, 2 de enero de 2016

Repleta de vida.





Huecos inundados y aire revuelto
… casi fiero, hacen de su vida sentido reflejo,
y de su mar, sueño.
Llena de voces y alejada del miedo,
sus dedos crean y devoran infinitos y universos.


Entre colores y pinceles,
lienzos, sol y recuerdo,
temperamento hecho nervio.
Su pureza es camino, lento, estrecho, autentico,
navega la locura por sus venas y bravura,
forjando en una, pintora y señora,
 infierno y paraíso, final y comienzo.


Cuan cormaran de ojos claros
… libre, fuerte, decidida y valiente,
eco que sobrevive al compás fijo del tiempo.
Inmortal se hará allá donde sin mediática publicidad
contadas son las almas que pueden llegar.


Con carácter propio y mucha tripa,
se expresa quien con fuerza arde y en vano jamás habla,
para que nosotros, simples mortales,
veamos por sus ojos, lo oscuro y lo otro,
con la rabia que emana de unas entrañas repletas de vida.





A Lola Martínez Lorenzo. Pintora de gran talento, temperamento, fuerza, personalidad, corazón y cerebro.