Bruma de nieblas,
salpican de la noche
tu alma clara y desnuda,
vacíos balcones y ventanas,
aúllan conversaciones
perdidas en el tacto de lágrima.
En el intenso abrazo
de un vulgar medio día,
tiritan mis carnes
como en aquel anciano minuto,
donde la virginidad de mis espasmos,
fueron indulto.
Hermosa e integra,
ante mi,
de nuevo te presentas,
fantasmagórica e inmensa,
cruzas carne y recuerdo,
entraña y sangre,
de este reflejo
que un día,
desgarro mi pecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario