Andando sobre la castidad perversa que
pinta pecados,
en la atrevida estupidez de ciertos
milagros,
me sorprendo a mi mismo mirando,
como si en un pasado aparcado
los problemas no lo eran tanto.
Mi actual presente,
será mañana pasado, reciente, pero
pasado
y, ese mismo mañana, ahora futuro,
me confunde a tal punto
que tras mucho, mucho,
el miedo vuelve a mí para hacerme sentir
una insolente
preocupación.
No me pesa la edad, al contrario,
agradezco mucho esta oportunidad,
su punto de vista,
la facilidad de ver lo que antes no
podía
pese carecer de dioptrías,
con todo ello.
No es este el miedo de otros días,
aquellos recogidos
entre mimos y risas desprendidas a
orillas de la tierra,
dentro y hacia fuera de si misma.
No, no son sombras de una era
estos fantasma que ahora merodean,
desquiciando a su paso lo que fue y somos,
quienes tanto guardamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario