sábado, 11 de enero de 2014

Hoy, no me reconozco.




Infinito mar de suspiros trenzados sobre fina seda, donde mi pulso tiembla y el roció de la primavera se estremece, so olor, su huella.


Acaricia tu sonrisa mi mirada en la lejanía de las palabras no oídas, versos donde deje mis lágrimas. Hoy pellizco las horas, encierro la lujuria, la rabia, la esperanza. Hoy, la soledad es quien mata.


Sin humedad, mis ojos gritan al vació de la nada, mi alma se oculta entre sombras que agonizan y, mi cuerpo, desnudo y frió, no camina.


Escapa mi tiempo cruzando caminos, erosionando el recuerdo en la premura del destino. Labios de sabor pálido y salado, sin abrazo, sin cariño, sin saber que fue de aquel niño.

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