Donde nada parece y todo queda,
encierro la rabia que sin luz la vea,
hace de mi lo que otros quisieran,
y de ellos, una mueca.
Fingir que no se finge,
sonreír cuando no apetece,
llorar donde nadie mira
…¡maldigo la cobardía!
Donde nada parece y todo queda,
encierro bien dentro la pena
que me derriba, con el filo
del silencio y la ira.
A orillas de la mar
o a pie de la montaña,
mi cuerpo y su sangre
de bajo tierra emanan,
como lo haría cualquier día
el sol a la mañana.
Despierto sin saber si vivo o no,
bajo ese techo negro de noches
y mudo de aliento, risas y sueño.
Cuan anillo de madera
al viejo almendro la tierra,
hirieron mis manos lo que no
masticaron las muelas.
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