Ahora,
cuando tiene más peso el bien material
que la humanidad natural.
Ahora, cuando la desesperanza como la sangre
es algo que forma de nosotros parte.
Mi prematura madurez se desborda en
males,
en deseos que asustan el aire,
en insultos que se retienen sobre la paz
confusa
de mis puños caníbales.
Me hierven los cojones y la sangre,
con las sandeces de todos y de nadie,
falsa palabrería de distracciones que
difuminan ambientes.
El hombre no es hombre, la sensatez no
existe,
la coherencia se pudrió con sus raíces.
Ensordecido y cegado,
mis impulsos no varían, mi rabia es la
misma.
Retenido por la herencia que arde en mis
venas,
que grita iras, que tiñe tinieblas,
que ruge bajo sábanas de seda.
Mis letras quedan en la nada con la que
alguien,
algún lejano día,
brindará recostado en una larga silla.
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