Tras su blanca desnudez,
un castillo y la luna.
La noche para soñar
y el placer del pecar.
Entre sus pechos la ira,
bajo su vientre el poder,
ante las ordenes su perder,
entre mis dientes, sus uñas.
A pies de la voz,
tiembla la carne.
A pies de él,
su collar más fiel.
Con la cabeza baja
atiende al señor,
con la mirada en el suelo,
pide su favor.
Sangre y tiempos,
de él prisioneros.
Un chasquear de dedos,
y sus pezones…muertos.
Tras su blanca desnudez,
un castillo y la luna.
La noche para soñar
y la voluntad, una.
-Un cuarto a oscuras, el balcón abierto,
la cortina mecida, la luna el aliento nos enfría y, el castillo. Majestuoso, erguido
y sin complejos. Desde sus viejas almenas vigila…postal de vida-
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