Despacio, seguido de cerca,
recorre otra ultima distancia.
Coronas de flores, cintas y
lagrimas,
graban de recuerdos retinas y alma.
Al otro lado de la calle,
bajo un sol que ya no calienta,
mi pecho se encoje y arruga como
parte de la vida.
Callado, mis respetos caminan a su
lado.
En casa, frente el espejo,
cierro los ojos y regreso a ese
tiempo.
A esos días donde tú como yo,
vivías.
A esa época prestada, y siempre, desperdiciada.
Sobre sus pasos regresa aquel negro
carro.
Mudos y ahogados lamentos acompañan su
silencio.
Lo miro, con desprecio brinda un
hasta luego,
que no da más miedo, que ese, tu lejano
recuerdo.
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