Rosa
Marí es una mujer de aliento patético,
parece
haber nacido con los cincuenta y pico ya cumplidos,
pero
estoy casi seguro que hubo un tiempo
en
el que debió ser algo más joven.
Muchas
veces, cuando salgo de casa,
evito
hacer ruido para que no me salga
al
encuentro con su sucia sonrisa
y
esos insustanciales argumentos que tanto aborrezco.
Por
la ventana del patio de luz
la
observo bailar en camisón y beber vino.
Me
saluda, por algún motivo me incomoda,
la
rehuyó e ignoro mientras ella sigue bailando y bebiendo.
Una
noche creí escucharla llorar,
me
parapete entre la sabana y la almohada
para
evitar oírla y, pude seguir durmiendo.
A
la mañana siguiente, no hice ruido al salir.
Sí,
estoy casi seguro que hubo un tiempo
donde
Rosa Marí debió lucir más joven, puede,
que
hasta apetitosa para según las mentes.
De
aquello… si lo hubo, no queda vestigio.
Rosa Marí vive enfrente, la conozco desde hace
mil años,
y si no fuera por su elevado peso apostaría la vida
a que es la propia muerte. Sea como fuere,
ella es feliz y yo, uno que esta
porque de todo a de haber.
No hay comentarios:
Publicar un comentario