sábado, 22 de septiembre de 2018

Rosa Marí.







Rosa Marí es una mujer de aliento patético,
parece haber nacido con los cincuenta y pico ya cumplidos,
pero estoy casi seguro que hubo un tiempo
en el que debió ser algo más joven.

Muchas veces, cuando salgo de casa,
evito hacer ruido para que no me salga
al encuentro con su sucia sonrisa
y esos insustanciales argumentos que tanto aborrezco.

Por la ventana del patio de luz
la observo bailar en camisón y beber vino.
Me saluda, por algún motivo me incomoda,
la rehuyó e ignoro mientras ella sigue bailando y bebiendo.

Una noche creí escucharla llorar,
me parapete entre la sabana y la almohada
para evitar oírla y, pude seguir durmiendo.
A la mañana siguiente, no hice ruido al salir.

Sí, estoy casi seguro que hubo un tiempo
donde Rosa Marí debió lucir más joven, puede,
que hasta apetitosa para según las mentes.
De aquello… si lo hubo, no queda vestigio.

Rosa Marí vive enfrente, la conozco desde hace mil años,
y si no fuera por su elevado peso apostaría la vida 
a que es la propia muerte. Sea como fuere, 
ella es feliz y yo, uno que esta porque de todo a de haber.



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