sábado, 12 de agosto de 2017

12 de agosto de 2017





Un año de silencio,
de mirar a todos lados.
Un año sin que los cafes sepan a lo mismo
ni las charals valgan algo.
Trescientos y pico días
sin tu talento en el centro,
donde ni las viejas calles, ni el resto de voces,
ni el olor a las mañanas... tampoco el de las noches,
hacen justicia al amargo vacío de las historias
que fueran y ya no se escuchan. 

A mi capitán del tercio viejo de las Españas,
al truán y al caballero de la pluma, el bigote y el chambergo. 

Es tantisímo lo que aún te echo de menos,
que infinito se me a hecho este primer año 
en el que para verte
he de acudir al cementerio.
Donde ya nada es lo mismo,
donde ya nada es sincero, donde ya nada,
parece recorrer mi cuerpo. 

He vuelto a leer tu libro,
aquel a título póstumo.
Mientras lo hacía me pareció escucharte
a apenas unos centímetros. 
¡Joder Manolo!
Como se te añora, y solo ha pasado un año,
un año, que no ha emborronado,
ni el recuerdo de tu mano. 

Con estas lineas no quiero celebrar este aniversario,
tan sólo, conmemorarlo,
pues es de justicia que a los grandes jamás se les olvide,
ni en el pueblo de donde son, 
ni entre la gente que les quiso y quiere. 

A la memoria de mi amigo D. Manuel Vicente Segarra Berenguer.

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