jueves, 5 de diciembre de 2013

Tiempos confesos.



 
Brazo inexperto
que rompes el tiempo,
azotas la noche,
sufres el deshielo
deambulando ciego,
sin parar un instante
a corregir los tropiezos
que tiñen de negro
ideales y esfuerzo.
 
 
 
Sorben las raíces el muerto,
alimento
de agonía e improperio,
historia sin vuelo y universo,
derramando de la esperanza.
Su aliento.
 
 
 
Labra vena fuegos,
conjetura de polvo y viento,
milagro mal pintado
a brocha gorda y dos manos,
en la falsedad oculta del lienzo,
réquiem de un pueblo confeso,
de vientre a dedos.
 
 
 
Empezar de nuevo.
¿Sueño, lujo, desperdicio?
Como ostia saberlo.
Seguro solo,
pelo, uñas, carne y vísceras,
se arrancaran al mismo,
los de siempre,
desgraciados de su embargado presente.
 
 
 
Avaricias en el aire,
fragancias de vergüenza y hambre,
no creo palabra,
promesa,
intenciones que arden confesas.
Castillo de húmeda arena
para quien pretende ser alguien,
en la idiotez parasitaria
que como el futuro marca,
por igual,
terminara enterrada.
 

 

 

 

 

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