domingo, 13 de octubre de 2013

Nostalgia a una tierra.


 

 

 

 
Arrullado del sonido en hilo de agua nervioso y vivo,
entre roca y zarza, se cuentan los días perdidos sin el frágil cantar del travieso verdecillo.


Raíces de honesta protesta, prisionera orgullosa de tierra, la que ahoga  nostalgias mirando en silencio la peonza,
equilibrio pasado en adoquines de fresca piedra.
 
Arrullado de aquel sonido,
se maneja el tiempo de maravillosos recuerdos, sabor a niño que no se perdió en las inclinadas pendientes del destino,
llenando de cuentos e historias la sobremesa.
 
Deambula cuan fantasma sin cadenas, la figura inquieta del espíritu
sin careta, encerrando entre cavernas de cera,
libera a deshoras, envueltos en la tristeza de su pena,
suspiros de sangre y tierra.
 
 
 

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