jueves, 6 de diciembre de 2018

¿Qué me da pena?







Que la política se use para crispar
en lugar de, para aproximar y unir.
Que lejos de crecer como persona
lo hagamos como los vulgares matojos
que solo sirven para dar de comer
analfacabras y analfaburros.

Observar bandos donde hay una misma necesidad,
ser consciente de nuestro final,
y ver como la gente discute y anda dispuesta a apalear,
por lo que predican los que viven a toda tripa
y a nosotros echan su mierda,
su mala baba, su frustración e inseguridad.

Que teniendo todos un cerebro
respetemos a los afines
y odiemos sin conocer, al resto.

Me apena el poco uso de la razón
que crea culpables en lo distinto
y sentenciaría a muerte sin juicio.
Tristeza cruda es lo que me dan
esas figuras que a gritos contra el resto,
se creen dueños de toda razón
y reyes del único honor.

Que las calles se llenen de sin sesos
que sin estar sentenciados
y teniendo el estomago lleno,
caminan sedientos de sangre
porque otros desde su almena
lo mandan y ordenan, sin que
se les astille las uñas o sea
aquella que se derrama, la suya.

En ocasiones confundo el asco con la pena.
Me ocurre porque no soy la flauta
a la que los dedos de otros da forma.
¡Señores! donde termina una libertad empieza otra,
es por eso que yo, jamás moriré por la política qué de comer,
da a los mismos cuatro que no se mojan y viven
mejor que Dios en la gran mansión,
que para el resto, hoy tan solo es miedo
y para siempre, será rencor.




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