lunes, 9 de mayo de 2016

Eran otros tiempos.



El mundo, dicen que era tranquilo,
yo no había nacido,
las mujeres eran decentes,
mudas e infelices.
Los hombres ignorantes
y trabajadores hasta derramar sangre.


El mundo era tranquilo.
El fútbol todavía no vaciaba los bolsillos,
las putas, como sus hijos, estaban localizadas.
Los empresarios no lloraban tanto
y los políticos, como hoy, iban a lo suyo,
pero con menos egoísmo y bastante más vergüenza.


Me habría encantado vivir en aquellos extraños días ,
dejarme los riñones trabajando
y el cerebro por cualquier lado.
Con tal de ser feliz, de estar tranquilo,
con gusto habría prestado mi culo
para que hienas y buitres lo hubieran disfrutado.


Dicen, los abuelos de los abuelos,
que aquellos sí eran buenos tiempos.
Yo no lo creo, pero lo imagino y sueño.
De domingo a domingo con la azada en mano
y la ignorancia cuan sayo,
cumpliría uno tras del otro mil años,
sin miedos, sin prisas, sin complejos.


Aquellos, eran sin duda otros tiempos,
los mismos que presiento tratan de imponernos.
Pero por cojones, no veo bueno en lo viejo,
¡por cojones! Ni en lo nuevo.
Los tiempos que fueron terminaron,
a lo nuevo no se teme, siempre y cuando se use el cerebro,
y se haga con el mayor respeto.

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