miércoles, 4 de septiembre de 2013

Silencios cobardes.


 

En la mentira del espacio tiempo,
regreso paso a paso,
buscando en mi limitada atención,
la triste justificación de un perdón.
¿Como, cuando o porque?
Balancean mi expresión difunta de sensación.
 
 
Trabada el alma,
en mi mano repica una campana,
toca difunto y no se si me llama,
sentí, quise decir,
y calle para mi.
¿No es esto morir?
Jamás olvidare sabios consejos que no seguí.
Cobarde, cobarde, cobarde de mí.
Calle por ti.
 
 
En mi recóndito yo,
ella, ellos,
no se si también Dios,
sobre mojado sigue lloviendo,
no empapa el asfalto
lagrimas de mi corto llanto,
quise aprender allá donde falle,
nacer una segunda vez,
crecer para responder.
No lo logre.
 
 
De amargura se visten instantes,
penas sin representante,
el invierno reinventa  frías llanuras
de caliza roca puntiaguda,
azuzan amenazantes
al instante que inocente cruza,
en la mentira ensayada,
se nubla, se retuerce, se enfunda.
La vida más ridícula.

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