miércoles, 30 de enero de 2019

Menos mal, que me resbala todo.










Desgarran mis brazos
oscuros laberintos
y aciagos acantilados.

Son, como la serenata que cantan
aquellas pobres viudas
que bajo las faldas
recogen moho y penuria,
a la vez que sus miserias en tripas
convergen, y sus sueños,
en ricos pecados resplandecen.

Dedos malintencionados
golpean mi pecho ya desarmado.
Presente, pasado y futuro
se nos pudren en uno.
Siempre, gracias al hijoputa
que supo esperar turno.

Pesaroso, decrépito,
…la vida se me hace esqueleto
sin haber sacado un solo pellejo,
mientras a mí, por lo menos
mientras latí, se me colmo de saliva,
desprecio e ira.

En las estrellas
que conforman mi universo,
¡en ese pequeño trocito
que siempre llevaré dentro!,
vuelo, río y nunca señalo,
por insistentes se hagan
las palabras manchadas
por el odio y la envidia
que nunca padecen y siempre,
…siempre gritan.




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