En las noches sin
alma
soy un predador
de diente y garra.
Yo, como todos,
pues no existen las
víctimas,
somos lobos de sangre
y hachas con herida,
en esos cuellos
desnudos
y muñecas benditas.
Del pubis a los ojos
y del infierno a eso
otro,
la gozo con cariño
y odio con fanatismo.
Soy un predador y lo
reconozco
al soñarla sobre mi
cama,
con los pies en el
suelo
y entre mis
dientes…su cuello.
He llorado sangre
y vomitado suspiros,
en aquellas muchas
noches
de silencio comprado
y oscuros abismos.
Deseo con desprecio
y quiero con miedo
muriendo en cada
polvo
para renacer cuan
eco.
Tantas noches sin
alma
suman mis espaldas,
que me siento
culpable
al no ser más que una cama
y mil momentos
donde fallece el
silencio,
se pudre el aire
y, ocultamos la
barbarie.
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