miércoles, 30 de enero de 2019

Menos mal, que me resbala todo.










Desgarran mis brazos
oscuros laberintos
y aciagos acantilados.

Son, como la serenata que cantan
aquellas pobres viudas
que bajo las faldas
recogen moho y penuria,
a la vez que sus miserias en tripas
convergen, y sus sueños,
en ricos pecados resplandecen.

Dedos malintencionados
golpean mi pecho ya desarmado.
Presente, pasado y futuro
se nos pudren en uno.
Siempre, gracias al hijoputa
que supo esperar turno.

Pesaroso, decrépito,
…la vida se me hace esqueleto
sin haber sacado un solo pellejo,
mientras a mí, por lo menos
mientras latí, se me colmo de saliva,
desprecio e ira.

En las estrellas
que conforman mi universo,
¡en ese pequeño trocito
que siempre llevaré dentro!,
vuelo, río y nunca señalo,
por insistentes se hagan
las palabras manchadas
por el odio y la envidia
que nunca padecen y siempre,
…siempre gritan.




martes, 22 de enero de 2019

Poema


    



Broncas que se colorean con los dedos
y se adhieren a la tripa, pudren a los seres
con pasado y dudoso presente,
que luchan por un mañana que no siempre,
amanece.

Miedos que susurran de rabia
y se amamantan de rencor y pena, beben sangre y follan
lejos de la cama sobre la que mis musas
brincan, chillan y señalan.

Se retuercen los poetas y los versos
junto y bajo  paredes de silencio
y esa tierra en la que nada crece y todos quieren.
Los niños nacen sentenciados
por la estupidez del rebaño,
que más que cuan borrego, lobo,
depreda los recuerdos que caga el pasado.

Y la peña, que se sigue mirando de reojo
mientras reza de puntillas para que un rayo parta
a los del otro lado y su vida, suene a milagro.
Sigue temblando sin saber bien el por qué,
cuando alguien le discute lo que se niegan a ver.

En mi columna de marfil, allá en todo lo alto,
miro ya sin asombro cómo pasan de largo
los que gritan y los que permanecen callados.
Estoy seguro que entre tanto imbécil
podría llegar a encontrarme con los ojos cerrados,
con solo extender la mano.
Sigue sin llegarme la hora, y sigue
sin tocar a la puerta el momento
que haga de mí algo, junto o bajo
aquella tierra fértil, y este hoy inmediato.




martes, 15 de enero de 2019

El niño que no pudo despertar.







Soy el animal con garras de planta y ojos de papel
que sentado frente al mar, se deja mecer y se permite robar,
por aquella brisa a salitre y sus tristes olas sin mal,
ese alma escondida que se lleva porque algo hay que llevar,
durante todo aquel camino llamado vida
que nunca se hace suficiente y siempre nos asustara,
en los días donde el silencio nace penumbra y las noches son un apagado pesar.

En mis ojos, el reflejo que fuera de un niño,
la alegría de sencillez, que sin recipiente al vacío ni cadenas con candado
supo navegar, sobre aquellas olas saladas
donde el recuerdo perdura y los momentos no amargan.

En una de tantas orillas, en su arena clara de millones de partículas,
mis pies descalzos caminan y se relajan
como nunca supo hacerlo la cabeza, ni supieron hacerlo las lágrimas,
que de una en una y sin permiso se dejan caer a los abismos,
donde se evaporan y a su silencio mienten,
sin saber por donde y cuando, ni el porqué de un sólo todo.

Creo que me llamaron cien veces antes de partir,
pero ensimismado con lo que pudo ser y mi escasez de soñar,
no escuche sus lamentos, ni sus risas, ni su tiempo.
Creo que fueron cien veces, cien que no hice nada,
con esa mirada que hoy me falta perdida en el horizonte,
tan lejos, tan, tan lejos, que aquel niño vio poco y sintió menos.

En mis manos y en mis uñas soldada esta la rabia, la pena y el amor,
de quienes me quisieron sin pedir y me quisieron sin rencor,
desde el alba, y hasta la mansa muerte del sol.
Se me llena la boca, el pecho y no sé, si la esperanza también,
cuando logró llorar por todos ellos sentado en esa orilla que no grita,
ni miente, ni cuenta ni les cuenta.

Hoy, soy un animal tan viejo como vulgar,
que se busca y no se encuentra, perdido en aquel lejano niño
que sentado frente su mar, siguió soñando con ser más eterno que real,
mientras otros le llamaban antes de marchar, sin que aquel niño,
ciego de momentos, lograra despertar.







sábado, 12 de enero de 2019

¡Anda a cagar! (Rap)





Como las mentes,
el mundo y mucho ojete,
nos cuadriculamos porque así
lo ordena el que mal mete,
desde su sillón
de terciopelo rojo
y negro poliéster.

La gente sin cerebro
y los que mandan,
con oro se forran los huevos.
Hay tantos políticos
buenos como almas
podridas o culos y tetas,
fofos y feas.

Nadie piensa,
todos siguen el dedo
del imbécil y del tonto,
cuyas manos no pasan frío
y  cuyos estómagos,
jamás anduvieron vacíos.

Y a mí,
que lo veo y escucho todo,
me duele la tripita,
por ello, cago como cago
unos truños como
dos manos y unos pinos,
como montañas y fronteras.

El otro día,
paseando junto el estanque
del parque, me fijé
en un pato.
Vi más inteligencia
en su mirada que veo
en la del telediario
y el vecino de arriba juntos.

Por eso,
tanto me cago en las putas
y tristes madres que se cruzan
conmigo en los solares
donde por unos euros,
se la chupan a los yayos.

Al final somos eso,
la mierda del borrego
que cuan cerdo al meterle
el tajo en el cuello,
chilla y chilla como si así,
todo le fuera a mejorar.

Como cagados
yendo vestidos,
compramos el pan,
charlamos y hacemos de cenar,
y ni nos da vergüenza,
ni nos da pereza,
por no darnos,
no nos da ni asco.

Ver a otros como
al amo y en el espejo
al mierda calzonazos
que apenas si,
se sabe peinar
¡Manda huevos!
ni nos revuelve las tripas
y nos hace gritar
o corregir.

Yo sí, yo,
me paso por los cojones
todo lo que no implique
brincar, y haga que
desperdicie al mundo
y su cuadriculada enemistad,
de esos cocos listos que no,
se deciden a entregar.






viernes, 11 de enero de 2019

Poema para hoy.





Cuan mezquinos
títeres
se hacen pasar
por hermanos,
esas almas
que nadie
al convite,
ha invitado.
Llega corriendo
y con las manos
de par en par,
rebañando todo
lo que rozan
al pasar.

Algunos gritan.
¡Hijos de puta!
Otros,
rezan mirando
al cielo
pero con un ojo,
siempre
pegado al suelo.
Nada cambia
lo que toca,
y toca lo que toca
porque nadie
se atreve a modificar
lo heredado.

Y pasan los lustros
sin que caduque
la pena
ni lo haga la miseria,
o alguien,
deje de dar alas
a la angustia,
Y pasan los lustros,
y se muere
para volver a nacer,
sobre esos silencios
que son hombre
y podrían,
haber sido mujer.


Todo,
hasta la estupidez,
se repite una y mil,
y mil y una vez,
sin que los Dioses
tenga a bien
dejar de darnos
cuerda,
o por lo menos,
hacerlo del revés.
Títeres y titiriteros
escriben y describen
una y otra vez
el mismo e infiel
universo.

Y nacemos,
y corremos,
y son los mismos
los que señalan
y son los mismos
los que gritan
y mueren.
…mezquinos, borregos,
imbéciles que pueden
o no,
llevar sombrero,
acuden a todas
partes sin invitación
y sin el mínimo talento.

Y yo, yo solo,
me pregunto,
no sé si en silencio,
si más allá del cariño,
valdrá la pena algo.
Lo dudo,
y lo dudo tanto
y tan a diario,
que me creo
más borrego
que mezquino,
… aunque eso,
no es de todo,
ni lo peor
ni lo humano.

Pintura Antonio Pérez.