Con
la alegría correteando tus venas,
eterna
y viva, tu sonrisa siempre risueña.
Bebo
de tus ojos, esos,
que
sin hablar me lo gritan todo
sin
dejar secretos al fondo de un pozo.
Quererte
se me hace poco
cuando
cada noche tus sueños arropo,
y
pienso, y rió, y también lloro.
Al
abrir mis párpados al gozo que son para mí,
la
locura de tus ojos… de tus ojos, y mi asombro.
No
hay día sin noche, como no hay futuro sin ti.
Algún
día espero morir como viví,
amando
lo que soy por mi capacidad de quererte así.
Hombre
afortunado, en cuerpo, en alma,
a
lomos de la noche y brazos de la mañana.
En
ese bonito lunar que la propia luna ha bautizado,
mi
sol y mi sangre, en secreto se han bañado
con
los azucares de mil pasados.
Y
cada amanecer entre mis dedos,
presentes
y milagro sueldan a tu lado.
Va
tan deprisa la vida
que
me siento perdido al mirarte cada día.
Se
me encoge el pecho y gruñe su recuerdo
al
notar cómo crece y crece tu cuerpo
sin
poder congelar el tiempo.
¡Mi
pequeña!
Crezca
cuanto crezca, se distancia cuanto quiera.
Mi
pequeña por siempre en el aliento de las venas,
barco
a la deriva entre el sol y la luna
que
son sus ojos y son su muda.
Aladas
mariposas de colores,
son
las fotografías que acumulan los rincones,
los
de casa, y esos otros del corazón,
que
un día de estos, mirando para adentro,
reviviré
con anhelo y desesperación.
No,
no quiero pensar en mañana,
hoy,
solo quiero abrazarte, besarte,
impregnarme
de tu olor,
quererte
tanto como pueda, en esta locura que apenas comprendo.
Hoy,
solo quiero vivir, hacerlo en la realidad de tu sentir.
Sin
ojos en mi cara, ni tiempo a mi espalda,
grito
orgulloso a la vida y a la parca.
Escuchando
tu risa,
¡por
fin! se que por algo valió la pena vivir,
mi
tiempo y mi rutina, son un todo por ti.
En
tu pechito de hilo,
un
corazón de oro, diamantes y rubíes,
hacen
de mi noche y su rota mañana
el
seco latido que me levanta.
En
tu pechito de oro…amor y ganas, en infinitos me abrazan.
Soy
pecador pese no ser malo,
un
vulgar mortal de tantos, alguien,
que amó y
se sintió amado,
entre
la sonrisa de tus labios y la calidez de tu abrazo.
Gracias
por ser en mí, presente de vida y sentir.
Feliz doce cumpleaños Ana.
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