sábado, 22 de septiembre de 2018

Rosa Marí.







Rosa Marí es una mujer de aliento patético,
parece haber nacido con los cincuenta y pico ya cumplidos,
pero estoy casi seguro que hubo un tiempo
en el que debió ser algo más joven.

Muchas veces, cuando salgo de casa,
evito hacer ruido para que no me salga
al encuentro con su sucia sonrisa
y esos insustanciales argumentos que tanto aborrezco.

Por la ventana del patio de luz
la observo bailar en camisón y beber vino.
Me saluda, por algún motivo me incomoda,
la rehuyó e ignoro mientras ella sigue bailando y bebiendo.

Una noche creí escucharla llorar,
me parapete entre la sabana y la almohada
para evitar oírla y, pude seguir durmiendo.
A la mañana siguiente, no hice ruido al salir.

Sí, estoy casi seguro que hubo un tiempo
donde Rosa Marí debió lucir más joven, puede,
que hasta apetitosa para según las mentes.
De aquello… si lo hubo, no queda vestigio.

Rosa Marí vive enfrente, la conozco desde hace mil años,
y si no fuera por su elevado peso apostaría la vida 
a que es la propia muerte. Sea como fuere, 
ella es feliz y yo, uno que esta porque de todo a de haber.



viernes, 14 de septiembre de 2018

Poema





En el portal de la vida, 
sus rodillas encogidas, 
los hombros gachos, 
amanece el sol, y como yo, 
esta cabreado. 
De nuevo, 
otro día, donde buscar sustento 
y algo de alegría, 
otro día, de mudo llanto 
y corto paso.

martes, 11 de septiembre de 2018

Mareas.






Aferrado a la desnudez del viento,
ante mis ojos,
una espalda que se hace fuego.
Tu cuello, blanco, tierno y largo,
despierta mis más bajos instintos,
esos, que dormitan en la bruma 
silenciosa del pensamiento,
del sueño, del poder crudo y deshonesto,
... fantasma ya, en el filo de mi aliento.


Grita mi carne, mi deseo,
chilla el suspiro que nace fiero.
Mis manos, mis labios, mi lengua.
Buscan el placer de su presa, el gozo del alma,
el amor que cada mañana, nace y encumbra, 
a este animal de larga penumbra.

Fornican mis letras al verso de su todo,
a la palabra de la nada, a la prosa desarmada.

Recreado en los gemidos
que desordenan el espíritu de mi conciencia,
saboreo su palpitante savia.
Secreto de no ser nada en un aire 
que camina a grandes zancadas
y que, con pequeñas muecas. 
Cicatrices ya de mi espalda,
recuentan la farsa amarga que grita 
a la par que calla, 
cuando mis manos te toman 
entre aquellas sabanas.










viernes, 7 de septiembre de 2018

Mi pueblo.






Soy de un pueblo, podía ser de otro, pero no,
soy de este, de este que cada día me alumbra
y en el que cada día, recorro sus soles y sombras,
siendo el uno del otro, todo.
Ni mucho, ni poco, todo.

Aún huelen sus rincones a verano
cuando el invierno le hiere con esos golpes mancos
y aquellos aires sordos e impertinentes.

Podía ser de otro, pero soy de ese,
donde las palmeras susurran a sus gentes,
y a todo aquel sol, y a toda aquella luna,
y a esa dama, ¡ay… esa dama!
que sin estarlo nos mendiga.

Apenas amanece en esta tierra mediterránea,
cuando los críos se desperezan y las mujeres abren la ventana,
para que les entre la alegría y les entre la esperanza.
A la par de aquel sol que desde tan alto se brinda
e, infinitamente caballeroso, se inclina.

De su Arrabal a su centro,
y de este a Carrús, Altabix o al mismísimo infierno.
Soy de este pueblo, este, de verdes y azules eternos,
repleto de gentes y muerto de momentos,
que a su patrona estremecen, con ese cantado talento,
que nace en Santa María y se bate contra el tiempo.

Podía ser de cualquier otro, pero de los muchos bonitos,
de los muchos vivos, de los muchos que soñar puedo y quiero.
Soy de Elche, y no creo poder sentirme tan contento,
siendo de este y no de aquellos otros que, sin ser feos,
sintiéndolo mucho, no son mi pueblo.


jueves, 6 de septiembre de 2018

La complejidad de un adiós.






Duele, y duele mucho,
sentirse el saco que tal cual se llena de tiempo
se vacía de ilusiones. 
Cuesta horrores ver cómo hacia la oscuridad
que nada repara, marchan quienes
en lo más profundo amamos, e impotentes,
solo, maldecimos o rezamos.

Es insoportable notar como las arrugas de nuestra mano
son el espejo donde se mirara el pasado de nuestros ancianos,
y que lo que ayer dijimos, hoy, lo digan los contrarios.
Es muy triste que la soledad se rodee
de lamentos que no ayudan más que a aquellos
que sin saberlo, jamás vivieron.

Es por ello que mi corazón, a veces,
parezca el trozo de hielo con el que cientos
de miserables sin alma y respeto,
hacen suya la fiesta mientras yo, muero,
sin que nadie gire el cuello y para sus adentros grite.
¡Fuego!

Duele, y duele mucho,
ser tan amigo de los amigos y tan amante del hogar donde crecimos,
y más duele, si es que ello es posible,
ver cómo junto tuyo crecen los sueños, las hadas y los elfos,
para poco después verles volar sin que se pueda hacer nada más,
que permitir la libertad que nos llena la cara de lágrimas
y la garganta, de dulces y amargas batallas.


domingo, 2 de septiembre de 2018

Vos





Vos me pedís la luna, y yo,
en la noche que hace de tumba,
estiro hacia el cielo los brazos tratando de retenerla,
y vos, pensáis que no quiero hacerme con ella.
Pero no, con ella me haría si pudiera,
porque a vos entregaría si me pidiera, una vida completa.

Un imposible que jamás se marchita
son los sueños que sin pretenderlo me abordan,
para, entre las cuerdas de un viejo ring dejarme ko
sin haber sentido la fortuna de sus labios rozando esta maldita carne,
que, sin voz y sin aire, me alejan del amor y del ser alguien.

No sé si alguna vez me he sentido persona,
me veo más como marioneta. Marioneta,
de esa que sin mirarme tan siquiera, insiste y ordena.
Y yo, capullo entre los capullos,
aleteo entre sus caprichos soñando con su caricia.

Y vos, insiste que te insiste,
me pedís la luna, esa hermosa viejita que cada poco nace completa.
Vos sabe que aquello es imposible, y por ello, por verme padecer, insiste.
Y yo, capullo entre los capullos, cada noche le salgo al encuentro
para terminar como termino, entre las frías sabanas
que son y serán por siempre, la desdicha de mi destino.