A lomos de una
pesadilla
cabalgo sobre
infernales hogueras,
los asfaltos se pulen
bajo las suelas,
la ira decora
palabras
acentuadas de rabia,
consejeras
revolucionarias,
de lo que se omite
por sensata esperanza.
Corruptela de
cuentas,
Suiza,
paraíso europeo de
jubilaciones con sosiego.
Nunca es bastante,
nunca hay de sobra,
avaricia para cien
vidas que hubieran.
Propia se hace
de rutina sangre, de
mentira razones,
de vergüenzas sus
cojones.
Y me pides paciencia,
fe, creer, confiar.
Y me vuelves a pedir,
esfuerzo, sacrificio,
voluntad.
Pero tú, vosotros,
os alejáis de la calamidad
que os empeña la realidad,
harto, asqueado,
dolido,
os escupo y,
una y otra vez,
me regresa calentito.
Se predica sin
ejemplo
con más poder y
soberbia
que la del propio Cristo,
apretáis y ahogáis,
nos avocáis al vacío.
Carne y hueso,
son el porcentaje del
latido.
Nada, mientras
ciertos bolsillos
se alejan del
sufrimiento con miedo,
que muchos sentimos,
muy,
muy adentro.
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