Cuando la libertad
deja sabor a decisión,
respeto, dignidad y
nunca a rencor,
se abre todo camino,
toda dirección.
Cuando la vida mete
el miedo estrictamente preciso,
tiembla el cuerpo en
su desnuda emoción.
Cuando te encuentro,
soy inmortal, un dios
del Olimpo,
un eco que regresa
perfumado
sobre el lomo melódico
de embravecidos pianos.
Cuando doy contigo,
soy tiempo y soy camino.
Cuando dejo de andar
y miro atrás,
eres tú el sentido,
el único motivo,
cuando mis sueños
arrancan suspiros,
nunca son por confusos
miedos,
gritos ciegos o
revoluciones a dedo.
Cuando despierto,
creo sentirme vivo,
hasta que la realidad
me aplasta como plaga de grillos,
sin oportunidad de
recitar a la noche sus amoríos.
Cuando amanece,
mis dedos te buscan
como serpientes,
insisten y solo tras
desiertas horas,
se rinden.
Cuando solo un álbum
de recuerdos me presta
tu mirada,
tu sonrisa de
envidiada perla marina,
allí, es cuando me
diluyo en vacíos
donde el infinito se
hace negro
y mis brazos,
encogidos,
se pierden el respeto
muertos desde
adentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario