Vaga cuan fantasma,
encogida, vacía,
al otro lado de aquel
patio de mil vidas.
Son sus lágrimas agua
bendita
sobre el consuelo
buscado en la eternidad del descanso,
prisionero, de un
cerebro que de imágenes viste recuerdos.
Al otro lado de
tierra y cemento,
de oxidado hierro y fría
piedra,
sigue la madre
buscando por si fuera polvo de pesadilla,
lo que arranca de
su lado,
la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario