En este grupo donde la música es sangre y las lágrimas voz,
os tocamos a vosotros. Los amigos, los caídos,
para que no sea todo dolor,
aquello que nos habéis dejado aparte de
vacío,
aparte de recuerdo... aparte de emoción.
En el alma más desnuda, en el corazón de to
Dios,
os llevamos con orgullo y os recordamos con amor.
En este pueblo bien nacido, en esta banda de
poco más de dos,
somos la familia que no olvida, y somos el
saxo, la trompeta,
el tambor y el platillo, que a pie de vuestro
ayer
es el presente que nos hace, y encumbra, y
desciende,
sobre aquel silencio que fuera aire,
y es este hoy sin sol.
En las venas del músico yace su prisión,
y en las de sus compañeros, aquella, su buena
y sincera voz.
Con las notas que a todos nos convierte en
nadie
al sentiros entre nosotros, tan cerca en
verdad,
en lugar de gritar de rabia o impotencia
apuntamos hacia el cielo nuestra música
y, desde las entrañas, ¡allá va!
todo cuanto somos y podemos dar.
Con los ojos secos y el alma llena de
vosotros,
vestimos de las notas que sin hacernos mejor,
nos corre por la sangre como os
corrió en ese adiós,
que siempre queda corto y deja mal sabor.
En este pueblo humilde, en esta tierra de
pasión,
una virgen, y un santo, y la música con todo
su color,
sueño del que queda y, por siempre,
desgarrada devoción,
allá donde los huesos yacen y las flores
pierden su vigor,
haciendo de la música hermanos y de vuestro
ya, honor.
-Dedicado a la banda. “Nueva unión musical
virgen de Fátima de San Isidro"-
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