...Si hoy sábado me he
decidido a escribir en el diario, es porque algo nuevo ha surgido que me ha
llamado tantísimo la atención, que lo he querido reflejar. Ya a la fresca en el
parque, con los suegros junto a nosotros en un banco y, Ana jugando con las
amigas, a mi suegro se la ha ocurrido invitarnos en la terracita del nuevo bar
que han abierto este mismo verano. El que invite el suegro no es noticia, pero
que tras pedirme un café, la cucharita que me han traído no sea la de postre…
los ojos casi se me inundan, la emoción ha hecho que le haga la ola al
camarero. ¡Por fin coño! Por fin me ponen una cucharilla que cabe en la taza, y
no de esas de comer tarta o pastel que hay que darles la vuelta para poder
remover bien el café. Puede parecer una tontería, pero me ha llegado al alma.
Por fin he dado con una cafetería en la que ponen cucharillas como Dios manda.
Llámenme meticuloso, pejigueras, lo que quieran, pero ¡ea! aquí queda...
No hay comentarios:
Publicar un comentario