Cuán gotas
de agua
sucia
corrompe
mi mente el
sueño.
Fiel pasado de mi
recuerdo involuntario,
hoy, desecho repleto
en la osadía del desprecio.
Y él, el miedo,
se hace
tiempo
y me adopta
como hermano.
Clama y bulle
la
calle ante
un silencio inexistente,
ante instantes que no
lucen,
ante oídos sellados,
ante la mirada del
amo
y esas lágrimas,
que
mueren en mi mano,
sin saber de la
honradez
el valor de su gramo.
En la muda pena
de
mis ojos
grita un alma
con mil
vidas,
sintiendo propias
esas mentiras
que nos infringen
demonios
y política.
Vientos me empujan
y vientos me avasallan,
asustan y maltratan,
vientos, que temo
despojado de esperanza.
Se olvidó del mortal
la coherencia y su divinidad,
impregnando
de
egoísta protagonismo
cuanto tocamos.
... a diario lo veo,
duerme entre
cartones,
ingrata es la imagen
que de
molestias llena miradas,
reflejo hoy callado,
de lo
que tras la cortina
espera aguardando.
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