Sin prohibición ni dedo acusador,
sin tierra, cielo o infierno… sin lágrimas o miedo.
Chocan entre sí cuerpos de presente repletos.
Y yo, que deambulo sobre mí mismo
entre soledades y un aparente destierro,
entre soledades y un aparente destierro,
no logro comprender, lo que aún hoy veo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario