No puedo tapar el sol con un dedo,
ni robar al viento su genio.
Me limito a soñar con el mundo,
y a respirar del vino su tiempo.
Pequeñas son las cosas,
que mi presente agarra con uñas,
más de ellas se alimentan las almas,
más por ellas
huyen las penas.
Tanto dicen y poco hacen,
que gritar de nada vale
en aquellas horas que se deshacen,
a pies de rocas y aire.
Mortales, mi carne y cordura,
de instantes madurado,
allá donde sin duda
mi rostro camuflo.
Tanto como ellas,
se cree sentir la vida.
Diminuta por las orillas,
gigante en la altura.
Mirándome a los ojos
de recuerdos aún me asombro,
frente aquellos opacos espejos,
donde a la par de viejo…absurdo.
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