Tanto
se ha gritado que viene el lobo,
que
con este ya desgarrandonos,
nuestra
sangre de roja pasó a ser negra,
y de húmeda a seca. Y vida,
de
aceptable, a cruda miseria.
Sin
que nos parpadeara un ojo o nuestra voz se alzara,
hacia
esos acantilados de roca donde con furia,
mi
mar sigue golpeando, tratando de despertarnos,
avisando,
que no todo es verdad y lo que ahí,
es
demasiado charlatán.
Cuando
ya no sé si pienso por mi o por todos los demás,
he
intentado sentarme y llorar.
Secos,
como aquella sangre negra,
mis
ojos no se humedecieron,
ni
en otoño, ni en primavera,
ni a
pies de esas calaveras que tanto quise y por días se alejan.
Por un
momento pensé que no era hombre,
ni
persona, ni animal siquiera.
Allí,
sentado con los ojos abiertos sin pena.
Y maldigo
desde el interior de mis tripas
porque
prefiero la ira a la tristeza,
a
quienes callamos cuan borregos frente la cuchilla.
Perdimos
la oportunidad de ser humanos al dejar de pensar,
con
ese cerebro armado y aquella alma sin piedad.
Aquí
me veo, que no se si soy o no,
esa
persona que un día hubo llena de ilusión.
Tanto
se ha gritado que viene el lobo,
que
el lobo, mientras le acariciamos,
nos
comió hasta el corazón.
Disfrazado
en lo que todos quieren se oculta la prisión,
de
ese extremo viejo y podrido por el odio de su rencor.
De persona
a marioneta y de clamor a voz,
las
calles se llenan de pasado, nunca de perdón.
-Me moriré con la pena de no dejar un mundo mejor a quienes sabiéndose persona nunca ven en su interior. Cuán de fácil es la vida desde el poco respeto y el mucho amor, que toda persona lleva desde crío y algunos perdieron con la intención de ser Dios. Es verdad que la mentira tiene muy cortas sus patas, pero también es verdad que es más cómodo creer una versión, que escarbar en la tierra y sentir como la brisa otra voz. Tiene las patas cortas pero llega hasta la razón, minando de guerra la coherencia y de miedo el corazón-
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