Si usted señora mía
supiera cuánto la he amado,
se quedaría sin
palabras
no lejos de mi mano.
Una vida callando,
sufriendo y mal
viviendo.
Al tenerla tan lejos
cuando con estirar el brazo…
Para una vez que me
atrevo,
usted no me escucha,
tiene los ojos
cerrados,
…para una vez que me
atrevo.
Aquellas noches de
playa, aquellas,
donde fueron eternas
nuestras charlas.
Le mentí, no hubo
mujer amada,
más que aquella que
me escuchaba.
Por cobarde la perdí,
por cobarde se marchó,
por cobarde no viví,
y por cobarde, en su
nicho mi sentir.
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