Espacios
en el silencio me gritan de afuera hacia adentro,
desgarrando
la carne y troceando el sentimiento.
Yo quise
uno de aquellos abrazos limpios,
de
esos sin voz, sin música, sin rendor.
De los que se agarran con tal fuerza al alma,
que
hace del adiós un tierno hasta luego y del recuerdo un mundo completo.
Yo
quise uno de aquellos abrazos de eternidad y plácido silencio,
de
quien fuera amigo y será por siempre genio.
A la memoria de Manuel
Vicente Segarra Berenguer.
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