Paseando solo por una playa
desnuda de voces y sol,
con las manos en los bolsillos
y descalzo en pies y razón,
logro por fin encontrarme en ese interior
que si no fuera porque soy yo,
pensaría que existe Dios.
Con una fresca brisa de cara,
las imágenes de mi mente
resplandecen claras.
Hay ideas que la madurez moldeo,
y hay manías que la ignorancia desvirgo.
Hay caminos que nos dividen
y márgenes que nos encierran.
Mi memoria, en exceso efímera,
me obliga a tomar nota
hasta de esas pequeñas cosas
a las que ustedes llamarían tontería.
Tonterías que acumulo
y hacen de mi historia.
Leyenda, recuerdo, vida.
No sé si peor o mejor que otras muchas,
pero mía.
Paseando solo, la vida se deja sentir,
nos habla al oído,
nos acaricia el pelo y las mejillas.
Nos empuja casi siempre
hacia adelante y arriba,
hasta que alguien nos contamina
con esas otras historias
que en nada se nos aproximan.
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