viernes, 3 de agosto de 2018

Poema IX




Voces,
que muchos creían perdidas,
he visto emerger de la tierra
como la niebla
que comienza
y siempre sorprende.
Ocultaba los pasos
y las piernas
de aquellos que como yo,
nunca bajan la mirada
más que para llorar
lejos de los odios
de una vulgar almohada.

Nadie gritaba,
nadie hablaba,
¡ni señalar!
Señalaban. 
Esos, que en dioses
se escudan,
por santos mendigan,
y a las vírgenes,
solo rezan
sin pueden mirar
sus pechos
o palpar sus curvas.

La pena,
como la más ramera
de las miserias,
carece de sexo
y también,
de aquellos hermosos vientos
que olían a principios
y nos impregnaban de gloria.

Y ellas,
voces que no se oían,
siento de nuevo hurgar en mi ira
calmando lo que fuera hervía,
sin ser infierno
y sin ser mentira.


No hay comentarios:

Publicar un comentario