Solo
la muerte hace justicia al olvido
que
susurra a las orejas y estriñe las tripas.
Dicen,
que solo olvida de verdad
el
cobarde estúpido que,
con
o sin Dios al que culpar,
aprieta
tan fuerte los ojos
como
lo hace con las muelas
sin que le revienten las venas
ni
lo haga el ojete hacia fuera.
Pero
no es cierto, todos,
hasta
los valientes y justos,
olvidan
hasta donde es posible olvidar
sin
que la muerte les pase a cuchillo
y
la libertad, ¡por fin!
Sea
esa maldita realidad que a muchos,
puede
que a casi todos, nos haga volar
sabiendo
ya, qué si, y qué no, es paz.
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