martes, 31 de julio de 2018

Noche.






Tiembla la sobriedad
de mis dedos
sobre la noche que me abriga.
Amparado por su cuarta luna,
solo, una pequeña vela
me ilumina,
compañera infatigable
en las horas de mi rutina.
Se retuercen y crujen
sonidos que dicen no ser nadie.
Presto y atento
busco por dentro,
sentado, arrinconado,
pasa el tiempo,
y sus ratos, 
en un triste bolígrafo.
Visten la calle antes vacía,
de siluetas amargadas,
siluetas sin sombra y sin sonrisa
que recorren esquina
por esquina en busca de algo
que solo, se suspira.
Las ventanas,
difuntas,
esconden su mirada.
Y tras las puertas,
ahora cerradas,
reposan los secretos
que lloraran historias pasadas.
¡Suma y sigue bella noche!
Soñando con soñadores,
y soledades, y esos vientos ancianos
que aún  bañan de emoción  los silencios
sin aliento y sin manos.
Desnudando de abrazos
lo que poco a poco
olvidan los hombres
y pinta la eternidad de tus labios.



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