Laguna
negra
aquella
donde perdura
la
pena,
donde
mujeres
de
mil colores
susurran
sobre
su
espuma
y
rezan en sus orillas.
Laguna
negra
a
la que hoy
se
conoce de oídas
y
por cientos multiplica
el
aplauso del tonto
y
el que lágrimas mendiga.
Noches
y aguas
que
quieren ser mimadas,
bañan
pies y ahogan
las
memorias de quienes
pese
a reír con fuerza,
ante
calaveras hembra tiemblan.
Madre,
mujer, hijas,
el
cuento que por suerte,
jamás
termina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario