Sueño, porque ya aprendí a
morir.
¿Con qué libertad me preguntas?
Con la que yo siempre di.
Pues sería indigno cerrar los
ojos sin
haber sabido distinguir
de toda aquella chusma,
quien sin gritar y sin pedir,
me hizo sentir y logró hacerme reír.
Sueño, porque hoy,
es lo poco que de sincero tengo
y entre los dedos atesoro.
Es posible que tenga que hacérmelo
mirar,
pero también lo es que por
ello,
puedo presumir y gritar
sabiendo que a nadie ofendo y a
nadie miento.
No me corre el miedo por dentro
como si lo hace la vergüenza por
fuera.
Soy humano, o creo serlo.
A veces, ni claro lo tengo.
Sueño amigo mío, sueño.
Ya se que es poco,
pero es mío y a nadie imploro,
cuando encierro estos ojos
llorosos
y allí adentro,
nos quedamos tu y yo solos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario