miércoles, 16 de agosto de 2017

Sangre, tierra y vid.




Llora la tierra bajo nuestras piernas,
la misma, que grita orgullosa
entre mis manos labriegas.

Manos… fuerza que sin pereza
hacen del alma honra
y del día, pasado, nunca tristeza.

Secanos e hileras recorren mis manos
como la sangre las venas.
Y como ellas, viejas y sabias,  
viñas de acero y piedra.

Bajo el sol, bañado por el viento
donde nace el sarmiento,
deambulo armado por el mayor de los silencios.
Con la esperanza, con el respeto,
donde enraízan estos, mis sentimientos
más claros y honestos.

Sangre, tierra y vid
de un solo pueblo y  mil cosechas.
Sueños, esperanzas y desvelos,
del caldo que entre los labios se hace cielo.

Y al hombre, a este hombre,
roba del cuerpo al alma,
esqueleto, nombre y palabras.

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