He salido del oculista convencido que soy adoptado, que no soy el que
siempre pensé ser. Resulta que la miopía y el astigmatismo son hereditarios,
pero mamá, papá y la abuela tienen hasta la fecha una vista agudísima, en
cambio yo, media dioptría en uno y entera en el otro. ¡Qué desgracia más gorda
la mía! ¿Quiénes serán mis padres en verdad? a lo mejor resulta que vengo de
una familia de artistas callejeros y he pensado siempre que lo más interesante
que han hecho mis antepasados ha sido enseñarse a nadar en una acequia de
regar.
Logre desconcertar de tan desagradable asunto (el de la adopción), tras
hablar con mi amiga Rafi y exponerme esta la idea de gastar una broma a la
Gertru. –¿Creamos en facebook un evento falso, la invitamos, y a ver si se presenta?
-Que mala eres jodia- le dije, y es que la Rafi tiene más peligro que un
mechero en un polvorín.
-Ya, lo sé, pero qué me dices, ¿lo hacemos?
-Vamos a ello. ¿Qué has pensado?- pregunté muy intrigado.
-Noche temática en la cafetería del tanatorio viejo, tema. “A la muerte
de todo menos luto y tristeza” avisamos que hay que presentarse disfrazados
de pistolero o cabaretera, hablamos con la peña, que todos confirmen asistencia
pero ni se asomen por allí, y tú y yo lo grabamos para luego compartirlo por las
redes y partirnos la caja.
-¿Y si no aparece?
-Habremos perdido una noche, pero ¿qué es una noche en la eternidad?
Su convincente argumentación alejó toda duda y esa misma tarde ya pululaban
por facebook las invitaciones al ficticio evento. A la hora de colgarla y
previo aviso al resto de colegas, habían confirmados al evento setenta y tres
personas, media hora después, la Gertru era una más en la cuadrilla que se
suponían asistirán a la fiesta. Por whatsapp la Gertru me preguntó. –En el
tanatorio, ¿habéis hablado primero con ellos del tema no fuera a ser
que se molesten?
-Por supuesto mujer, como se iba a organizar algo así sin previa
autorización- estaba respondiendo y los ojos me lloraban de las
risotadas que soltaba. Luego, también por whatsapp (que la pela es la
pela) avise a Rafi. -¿Ha picado?-, dos caras muy sonrientes fue
la confirmación de que Rafi se daba por enterada.
La noche de autos, ósea, la de la broma, Rafi y este menda, con un frío
espantoso, aguardamos con una camarita en mano la posible llegada de
la Gertru camuflados en la terraza exterior que tenía la cafetería del
tanatorio viejo. Con poco más de un cuarto de hora sobre la acordada, yo y la
otra ya teníamos los moquitos como estalactitas por el dichoso frío, apareció
su coche en el aparcamiento que llevaba a la entrada principal. Conociéndola y
sabiendo de su maniática puntualidad, ese retraso era sin duda adrede, mera y
pura inseguridad, y quién podría culparla, eso de presentarse
disfraza, en su caso de cabaretera rojo pasión, en el tanatorio sin ir
acompañada… jodio, jodio.
Pese llegar algo tarde, dudó, y nosotros nos cagamos cien veces en su
madre. Se quedó en el interior del coche un buen rato, desde
nuestra ubicación no la veíamos bien,
pero notamos cómo giraba el pescuezo cada vez que veía o
escuchaba que alguien se movía por fuera. Hubo un momento donde pensamos que la
perdíamos, que se marcharía sin poner la patita fuera de
su coche, entonces me llegó un whatsapp de ella. -¿Dónde estáis?
Con los dedos entumecidos y con gran esfuerzo le respondí. -En la cafetería
del tanatorio viejo, arriba, ya estamos casi todos ¿Dónde andas tú?
-Ok, ya llego.
-Prepara la cámara que por fin sale- dije a Rafi cuando leí la respuesta de
la otra.
Un impuntual accidente ocurrido horas antes en el circo ambulante que
llevaba una semana llenando los lavaparabrisas de los coches con publicidad,
precisamente aquella noche en la que pusieron la entrada al 60% para todos los
que fueran disfrazados por aquello de halloween, mandó todos nuestros planes al
traste.
El fallecimiento del trapecista al partirse el cuello en un aparatoso
picado que no logró frenar una más que remendada red.
Dejó desconsoladas a la mujer y a la amante (trapecista y taquillera del
mismo circo), y a los seis hijos que entre ambas sumaban. Y también llenó el
tanatorio de zombis, vampiros, payasos, vedettes, policías enanos y
enfermeras zancudas. Y entre todos ellos, llegados casi a la par, la Gertru con
una enorme sonrisa. ¡Puta suerte la suya!
Para seguir sumando una casualidad que más bien parecía una putada echa a
la medida, Hank, el trapecista de los cojones, era de esos cachondos que había
dejado por escrito que el día que la palmara, no quería
lágrimas, si no alegría y tequila. El tío que explotaba la cafetería estaba que
no cagaba, le faltaban manos para servir y eso que llamo a la mujer y la cuñada
para que le ayudarán.
El ambiente distendido y festero, hizo subir a quejarse a amigos y
familiares que velaban a otros difuntos, pero todo el que subía a la cafetería,
ya no bajaba, la priva era por cuenta de la viuda, y hay que ver que buenos y
prietitos estaban todos los currantes del circo, hasta los payasos engañaban
cosa mala, sus amplias ropas y feo maquillaje no hacían justicia a los
cuerpazos que se gastaban, y allí, en la cafetería, la pena era menos pena.
-¿Y ahora qué hacemos?- pregunté helado de frío.
-Si entramos y nos ve la Gertru sin disfrazar se va a dar cuenta y la que
se va a partir de risa va a ser ella de nosotros.
-Sí, eso lo tengo claro, pero es que me meo- dije con el baile del tal Sambito.
-¿Qué crees que hacía yo agachada junto la jardinera aquella?- dijo Rafi
señalando hacia una esquina.
La Gertru se lo pasó de cine, tonteo bastante con una momia
y terminó ligando con una especie de hombre lobo
despeluchado. Cerca de las cuatro de la madrugada fue cuando por fin
se marchó y pudimos dejar aquel puto y asqueroso balcón, o
terraza, que cada cual le llame como le salga de la gana. Todavía noto el frío
mordiéndome los huesos, dos horas y pico me costó entrar en calor y poder estirarme,
lo dicho, una noche de mierda como espero no tener jamás otra.
Al primero que me diga de gastar una broma o me mencione el tanatorio sin
haber de por medio un fiambre conocido o con claro compromiso grrr… le muerdo.
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