Cuan gloriosa
tierra aquella
de conquistadores
y encinas.
Que buena ella,
que hace
suya la sangre
y también la pena,
de quienes sin
quererlo atrás la
dejan, en busca
de un presente
con mayor fortuna.
Como la nueva
raíz a la vieja
tierra, el
extremeño
siempre será
extremeño.
Da igual lo
amable que sea
la madre que le
adopte, da igual
lo complaciente
que se muestre
el padre que
hoy le quiere.
En sus huesos
un solo apellido.
En sus entrañas,
pueblos de tierra,
aire y río.
Acento claro,
sin prisa y cólera.
Extremadura morena,
guapa y pura,
de buenas aguas
y corriente muda.
En el rocío
de su mañana
y aquel calor
que aún hoy
les derrumba,
el recuerdo de
sus nanas,
amamanta la risa
y su lúcida lágrima.
Cuando gloriosa esa tierra,
orgullo de quienes
la sienten bajo los pies
y en el alma,
…frente los
ojos
y, tras la eternidad
de su espada.
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