Con almíbar en la mirada,
levantáis una tras la otra
todas aquellas frescas y
apacibles madrugadas, en ellas,
vuestros pasos son el hueco
sonido que recorre recuerdos y pasillo,
llenando de paz y silencio la
sangre que nace carne y viste de universo.
En vuestras caricias y abrazos…
sonrisa de soles y brisa,
crece la pasión que estremece
la razón y acorralada la soledad,
que desnuda de besos, es aquel
único eco sin dueño o remordimiento.
Dibujo abstracto de la
incertidumbre y el miedo.
Hoy y mañana, milagro de
tiempo, alma y sueño,
son vuestros ojos y es nuestro
aliento.
Gritar, gritar es lo que quiero,
hacia la fragilidad del aire y mi pensamiento,
esperando emerger en vuestro
mundo ajeno y sincero.
Derribar quisiera el muro que
nos aleja sin remedio
y lo hace sin compasión, lleno de callados argumentos
al que tanto padre entrega su
cuerpo, sin precisar de aquel falso
sacrificio
al que lloran los ignorantes y se abrazan los desechos.
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