Mimando los minutos que se hacen virtud
al no esconder su personalidad,
crezco de poco a más
tratando de no dañar la rutina singular
del mortal contaminado de publicidad.
En un pequeño hueco
donde invierto el tiempo
en digerir cuanto veo, leo y escucho,
me siento morir
restando las impertinentes falanges
de mis desnudos dedos.
Al resguardo de una joven sombra,
carne y pensamiento se asocian de
tétrico silencio.
Murmullo filtrado en esos días que se
desbordan
por encima de la vespertina y canalla
mentira.
Consiento cuando creo,
sin que con ello la verdad
se haga mayor realidad,
que aquella defendida en otras
madrugadas
de acumuladas esquinas.
En vuestro caminar de oscuridad,
pienso hacia dentro,
mimando mi recuerdo.
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