Erase que se era, una comunidad bastante nueva, y como en todas cuando se empieza, se votó a un presidente, a un vice presi y se contrató a un administrador de fincas. Con sus más y sus menos, porque todo comienzo tiene su miga, la comunidad salía adelante como mejor sabía. Los vecinos aún no nos conocíamos como para saber de qué pie... cada uno... al segundo año ya habian voces que se alzaban contra el administrador, porque según estos, la comunidad andaba en números rojos por culpa de aquel señor, nunca, por esos vecinos que pagan cuando pagan, y sólo, si les sale de los huevos. A la cabeza de aquellas voces andaba esa vecina, Dña. Cizañas la llamaría, que a mí, sin conocerme de nada, me puso a parir en poco menos de diez minutos a todos y cada uno de los vecinos, tal cual entiendo, me pondría a parir a mí cuando hablar con el resto.
Este tipo de demoníacas criaturas son tan dañinas como descerebradas. ¡A mí qué coño me importa si la del cuarto no sé qué, se la come a uno del super no se cuantos y, su marido no sabe ná! pues da igual, por lo visto, lo tenia que saber.
La gente de personalidad limitada, ya saben, la que prefiere callar a enfrentarse, fue echándose a un lado y terminaron por dejar de acudir a las reuniones, y así, desde la sombra y sin que apareciera en la orden del día. Aquel purgatorio con patas, estúpido y mentiroso. Llegó a la presidencia ¡ojo! y con ello, ahorrandose de pagar ciertas cuotas que el resto, presi o no, siempre pagaban. La comunidad de propietarios pasó a ser el cortijo de la doña, que hacía y deshacía al gusto, porque ya se encargó ella de contratar a una administradora, que con tal de llevarse su sueldo mensual, se pasaba por el forro y/o coño, la ley de la propiedad horizontal. Así, administradora y presidenta, hacian y deshacian al gusto aprobando sandeces a tutiplén sin que primero se hubieran propuesto en la orden del día de la reunión en cuestión.
Un sector de la comunidad, entre ellos afines iniciales a su causa, empezó a estar un poquito hasta los huevos cuando la comunidad gastaba más que recogía y no solo por los morosos, que tambien, tambien los habia. Por fin se decidió mandar a tomar por culo con viento más o menos fresco a la administradora de fincas y a la presidenta. Con la llegada de la nueva administradora ¡Válgame Dios! salen las cuentas de aquel primer administrador que según las voces encabezadas por ya saben quien, robaba a la comunidad. Las cuentas que no salían por ningun lado, eran las de la era cortijo. Recibos sin iva que no se sabía de quién eran y por qué, había para hacer una buena hoguera, y la administradora, sólo decía, que eso, era cosa de la presidenta, porque por lo visto, ella, como profesional contratada para que las cosas se hicieran tal cual recoge una ley, no tenía culpa de nada. ¡Menúa jeta! la comunidad andaba en números rojos, tanto, que hasta peligraba el uso de los ascensores, la ex presi desapareció, no se la oía ni respirar, y mira, que le tenia que joder eso. Se valoró ahorrar cambiando proveedores, y fue entonces cuando salió a la luz, la anterior administradora, aparte de su sueldo, cobraba comisión a los proveedores, encareciendo a sus clientes el trabajo final. ¿Hija puta?... se quedan cortos.
Casi dos años después y gracias a el trabajo encomiable realizado por la nueva administradora y la responsabilidad de los nuevos cargos desempeñados por los vecinos (que no cobraban por ello), la comunidad, sin despilfarros ni lujos, fue asomando la cabeza. El tiempo, dicen, todo lo cura, y debe ser así, porque ahora que todo parece empezar a querer ir bien, vuelven las voces descerebradas y cizañeras de esa vecina y el que dicen, es el calzonazos de su marido, para recuperar aquel que fuera su cortijo. Cruzo los dedos para que el que fuera su grupito y ya se desengaño, tenga la personalidad y el sesera mínima, para mandarla a la mierda.
Nunca he lanzado una maldición, no se como se hace eso, y si es en verdad efectivo, pero, por intentarlo. Mallll dolor de vientre te de ca vez que tan solo pienses en los vecinos o tu comunidad, y que en 360º, y así, como pulverizada, te salga la mierda a intervalos de minuto largo y en un par de veces continuadas. Ojooo, ojo, eso, solo con pensarlo, si llegas hablar, el intervalo que sea de seis minutos y en tres veces seguidas, a ver si así, deshidratada, por fin descansamos de memeces.
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