Ciega la pinta la historia.
Como tantas y tantas,
otra de aquellas repelentes
mentiras.
Existiendo como
existe desde el principio,
el sentido común, la
coherencia, la razón y la lógica.
Ciega, la hace el
hombre.
Ciega por y para
justificar intereses.
Moldeada al gusto y
personalizada al
capricho,
para que la espada
con la que castiga a unos
no sea más que el mondadientes de otros
cuyo pecado tan sólo
diste en el bolsillo o en el apellido.
Ciega, sorda y, hasta
manca y muda,
es la señora que se
encumbrada sobre lo más alto
para guardar las
espaldas de cuatro,
pasen los años que
pasen, manden los unos u lo hagan los otros.
Justicia es algo que
entendemos y no sufrimos
quienes no pecamos y,
aun así,
nos llevamos los
palos.
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